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La “mano” de Jesucristo recorre los escritos hasta el final. En el matrimonio espiritual ocupa un lugar primordial. Se sella cuando Jesús se acerca y le ofrece su mano con un clavo, símbolo de su pasión y la del mundo.
Significa también la encarnación de Cristo. Ha venido al mundo a darnos un abrazo y beso de paz, y a acompañarnos en cada instante de la mano. Nunca más estaremos solos, nunca más nos sentiremos abandonados.
“Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes, quiere que sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quién dijo su Majestad se deleita” (Vida 22.6).
“Hacía mucha oración porque el Señor me tuviese de su mano” (Vida 24.2).
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