(Recupero un pequeño artículo publicado en 2010 en la revista Actúa, de Acción Social Católica de Zaragoza, en mis tiempos de consiliario. Hay una diferencia notable entre lo escrito y la actualidad: la desaparición por desgracia de la CAI, Caja de Ahorros de la Inmaculada, fundada por un grupo de cristianos hace un siglo. Permanece en activo la Fundación CAI con su obra social y cultural. La fotografía es de Anna Shvets)
En medio de la crisis que estamos atravesando, lo esencial en una institución católica sigue siendo el seguimiento de Jesucristo y procurar el bien para los más necesitados, buscando sin cesar la adaptación personal y colectiva al tiempo que nos toca vivir. Las directrices están en los Evangelios, el Concilio Vaticano II y la Doctrina Social de la Iglesia.
1.- Una de las mayores pobrezas, que a veces pasa desapercibida, es la ausencia de un sistema de creencias que abrace la existencia, le dé sentido y se convierta en marco de referencia del vivir y el obrar. La ausencia de Dios es una de las mayores pobrezas del hombre moderno. Le provoca una sed que ni la salida masiva de las religiones ni el secularismo vigente han podido erradicar. Nada aplaca del todo la sed de infinito y de trascendencia. Bien es verdad que con frecuencia, la Iglesia Católica no ha sido el espejo claro de la Verdad que lleva en sus entrañas. Sin negar sus errores y apoyando sin ambages un cambio necesario y urgente, en Acción Social Católica vamos a seguir proponiendo la vida cristiana como una alternativa válida y eficaz.
Al cristianismo le ha llegado la hora de la antropología. Cuando los apoyos culturales y sociales sobre los que se construía la creencia están a punto de derrumbarse, el cristianismo tiene una opción no suficientemente explorada: Un modo de ser persona deducido del seguimiento de Jesucristo. La propuesta se ha de verificar en la praxis de cada día. La religión cristiana, al igual que todas las realidades humanas, es ambigua, capaz de lo mejor y de lo peor. Una vivencia sana de la religión, que adopta una espiritualidad liberadora, produce gentes capaces de amar y de darse siendo felices.
¿No será el momento de pensar entre todos la posibilidad de crear una asesoría personal que disponga de diferentes saberes incluido el religioso-cristiano? ¿No estamos en una situación postmoderna y post freudiana capaz de unir por el bien de las personas a las ciencias sociales, la psiquiatría, la psicología y la espiritualidad?
Más allá del valor de esta propuesta, seguiremos ofreciendo los ciclos de formación abiertos a nuestros socios y a todos los interesados y tendremos como en años anteriores un fin de semana dedicado a la oración y encuentro personal con Jesucristo.
2.- La propuesta no termina ahí. El hombre es un ser social organizado económicamente. La Doctrina Social de la Iglesia nos pide superar el capitalismo impulsando la creación de otro tipo de empresas que, sin renunciar a la creación de riqueza, tengan mucho más en cuenta al trabajador y colaboren activamente en la creación de riqueza para otros.
“(…) empresas que persiguen fines institucionales diversos. Junto a la empresa privada, orientada al beneficio, y los diferentes tipos de empresa pública, deben poderse establecer y desenvolver aquellas organizaciones productivas que persiguen fines mutualistas y sociales. De su recíproca interacción en el mercado se puede esperar una especie de combinación entre los comportamientos de empresa y, con ella, una atención más sensible a una civilización de la economía. En este caso, caridad en la verdad significa la necesidad de dar forma y organización a las iniciativas económicas que, sin renunciar al beneficio, quieren ir más allá de la lógica del intercambio de cosas equivalentes y del lucro como fin en sí mismo”[1].
Las empresas disponen de todo un arsenal de servicios públicos y privados, auditorías y asesorías. Propongo la creación de una asesoría para empresas que deseen ir más allá “del lucro como fin en sí mismo”, desde la ética y la Doctrina Social de la Iglesia. Al igual que sucede con la atención a las personas, este servicio incluiría una orientación espiritual al conjunto de las empresas que lo deseen.
Mientras tanto, la Fundación Joaquín Roncal creada por la CAI y Acción Social Católica se han convertido en pocos años en una realidad consolidada que presta múltiples servicios a la sociedad aragonesa; sin olvidar el cuidado que desde nuestra institución se viene aportando a la CAI y a la conservación de los fines fundacionales para los que fue creada.
Diversas iniciativas se van consolidando y otras se van abriendo paso entre nosotros: las ayudas al desarrollo en países de África y en Paraguay; y la creación de un proyecto solidario en Chad, a cargo de Mindual, “Energía para el Mundo”. La proliferación de iniciativas de este tipo dará la medida de la vitalidad de Acción Social Católica en los tiempos actuales.
3.- Por el hecho de ser cristianos somos soñadores de utopías, creemos en la resurrección de los muertos y en la implantación de un mundo de justicia para las víctimas del mundo. No debemos tener miedo a los sueños acompañados de la razón y filtrados por la oración de la Iglesia. Esta perspectiva nos permite ver el hoy, más allá de las apariencias. En el fondo de la crisis económica actual subyace un principio filosófico cuyo origen se remonta a Adam Smith, mediante el cual la búsqueda del interés personal por el lucro terminará beneficiando al bien común. Si el propio interés y el afán de lucro son los últimos exponentes de los sistemas económicos, éstos acaban en la acumulación de capital y la exclusión de grandes bolsas de población convertida en desecho social. La crisis es un gran fraude de tipo institucional, una macro victimización sustentada en unas estructuras injustas[2].
Debemos seguir investigando las causas últimas de esta crisis económica y ser la voz de los sin voz ante una injusticia que clama al cielo.
No me resta sino hacer un llamamiento a cuantos profesionales y empresas quieran vincularse a estos proyectos en marcha y otros que irán surgiendo con la ayuda de Dios.
[1] Caritas in Veritate, 38
[2] Ver sus libros y el artículo de internet de Luis Orduna Díez, El principio ético y el orden económico: Hacia una reorganización del sistema.
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