Os propongo algunas formas de oración a todos los que seguimos encerrados en nuestras casas por la pandemia del coronavirus. Son maneras sencilla de orar.
Ojalá muchos que no tienen esa costumbre la adquieran aprovechando la terrible situación por la que atravesamos. No hacen falta requisitos previos. El único es desear tener un rato para ti y para Dios.
Se trata de oración cristiana que sigue las pautas heredadas de santa Teresa de Jesús en sus libros.
Son una continuación de lo dicho en un post anterior, Carta del tío Nicasio a sus sobrinos en tiempos de coronavirus.
Puedes practicar una de ellas, o todas seguidas en cascada, dependiendo del tiempo que quieras dedicarle y el deseo de orar que se despierte en tu corazón.
1.- Vamos a estar un rato con nosotros mismos y con Dios. Entra dentro de ti sin miedo y busca lo más profundo, tu conciencia. Date cuenta con brevedad de cómo estás, tus miedos en estos días, las alegrías, tus virtudes y defectos. Procura descubrir primero lo mejor que tienes, los dones que has recibido. No te infravalores. Eres hijo de Dios, lo llevas dentro, está en lo más íntimo de ti.
Orar es mantener una relación con alguien que en este momento no puedes abrazar fisicamente, Jesucristo. Imagina en tu mente que estás con él, que está cerca, bien dentro de ti. A Dios no hay que buscarlo fuera, lo llevamos puesto. Está siempre a tu lado.
Es como si dentro de nosotros hubiera dos cajitas. Imagina que están en el fondo del mar. En una vive Dios siempre, aunque hagas lo peor. Siempre está abierta esperándonos. En la otra estamos nosotros, la solemos tener cerrada, nos da miedo abrirla. Es tu conciencia. En ella está encerrado lo mejor de ti, que es mucho, porque eres imagen viva de Jesucristo, y mezclado con lo anterior están nuestras miserias.
Toma conciencia de que Jesucristo está a tu lado, a la espera, porque el Dios de Jesús es muy respetuoso con la libertad. Está esperando que le consientas estar cerca de ti.
Si no puedes imaginar a Jesús con imagen o sin imagen, busca una estampa religiosa de la Virgen María o de Jesucristo que sea de tu gusto, que te diga algo. Mírala y déjate mirar por ella. Cuanto más desees rezar y estar en su compañía, mucho mejor.
Si te gusta la música, busca una de tu agrado que te despierte a estar dentro de ti con sosiego. Por ejemplo, el Saludo de amor de Edgar. Escúchala con atención, a través de ella el mismo Dios te envía saludo amoroso. Si no te gusta la música clásica elige otra de tu gusto que te ayude a estar en silencio.
Una vez que estés un poco tranquilo y hayas tomado conciencia de estar con Dios, reza despacio un Padrenuestro, con todo el corazón, saboreando las palabras.
Puedes terminar dejándote mirar por él y pidiendo por las personas que sufren el coronavirus, o han fallecido, por todo el personal sanitario que nos cuida, etc.
2.- Si quieres puedes continuar con otra oración más profunda y sencilla. Sigues dentro de ti, buceando en tu interior que es donde vive Dios y te recoges dentro. Te explico.
Es como si fueras un caracol o un erizo que, en cuanto los tocas, se meten dentro. La cabeza está llena de pajaritos y no deja de funcionar ni durmiendo. Le pides a la mente que, por favor, te deje en paz por un momento. Recoges los pensamientos y vas en directo a la parte de tu alma donde vive la voluntad.
Una vez allí le dices a la voluntad que te has decidido a estar un rato con Jesucristo, que quieres amarle y que te ame. Él, que te espera desde siempre y quiere comunicarse contigo irá a recibirte. En cuanto nos decidimos a amar a alguien la voluntad se abre, porque el amor nace de la voluntad. Allí mismo comienza una historia de amor. Él, que está en la cajita al lado de la tuya, tiene siempre la puerta abierta y te espera desde siempre. Te quiere tanto como el Padre del hijo pródigo (Lucas 15), te ve venir a los lejos , sale a buscarte y te llena de abrazos.
Si lo experimentas bien cerca de ti habla con Él, cuéntale lo que nos está pasando, déjate abrazar, cuéntale tu intimidad. Será quizás un encuentro maravilloso, desconocido, porque hasta ahora solo concebíamos los encuentros cara a cara con otras personas y no habíamos descubierto que desde la distancia física se pueden producir otro tipo de encuentros con personas.
Todo lo que te ayude a amar a Dios, a los de tu casa y a los demás, es bueno en estos momentos. Lo que más te incite a amar, es lo que debes hacer.
Permanece allí el rato que te dejan en paz los pensamientos. Si te distraes vuelve a decirles, sin reñirles, que quieres estar tranquilo un rato. Quizás te obedezcan Es cosa de acostumbrarse, igual necesitas al principio repetirlo varias veces. Y, si no consigues recoger los pensamientos y la imaginación, no te preocupes, porque lo esencial es decidirte a amarle y dejarle que te ame. Y eso se hace desde la decisión de la voluntad.
3.- Todavía voy a proponerte algo mejor. Creo que Jesucristo vino a este mundo a enseñarnos a vivir amando, y a ser felices incluso en los momentos más tristes. No es posible aprender de Jesús si no lo conocemos. El conocimiento y el amor van juntos. Conocemos a quienes amamos y amamos a quienes conocemos.
Baja una app que se llama “ePrex Liturgía de las Horas” y busca Lecturas. En el app aparecen todas las oraciones de la Iglesia para ese día. Al final de lista está el de Lecturas. Pincha y encontrarás La Palabra de Dios de cada día propuesta por la Iglesia Católica. Lee el evangelio, y si quieres las tres lecturas, y piensa lo que tienen que ver con tu vida de cada día. Estás meditando y aprendiendo. Busca la aplicación para ti y llévala a la práctica. Así, en pocos meses, habrás aprendido de Jesucristo una forma de vivir nueva, distinta, la que no te enseña el mundo.
He elegido el relato del monte Tabor, porque creo que es tan grande lo que nos está pasando, que necesitamos descansar en Dios y recuperar fuerza interior. Léelas despacio, una o dos veces. El Espíritu Santo te indicará las que van dedicadas a ti. Serán las que te llaman la atención. Deja de leer y piénsalas. Busca la aplicación para tu vida, lo que cuando termines de rezar, vas a intentar vivir cada día. Entra en el texto, como si estuvieras allí. Si te acostumbras a practicarlo con frecuencia, con las lecturas propuestas por la Iglesia, enseguida la Palabras de Dios te hablará y será alimento para todo el día.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 2-10
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguro delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús, Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:
–«Maestro, ¡que bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. »
Estaban asustados, y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube:
-«Éste es mi Hijo amado; escuchadlo.»
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:
-«No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».
Palabra del Señor
4.- Un colofón de regalo. Hay otra forma de orar que es un gran don. La da Dios cuando quiere y a quien quiere. Consiste en saberte amado como eres. Por encima de todas nuestras miserias, Dios nos ama, confía en nosotros, perdona y olvida. Si has puesto mucho amor en la oración y muchos deseos de encontrarte con Él, y le has pedido que te conceda esa gracia, es posible que llegues a experimentar ese cariño infinito, que va mas allá de cualquier amor, porque es incondicional. Lo normal es que suceda después de un tiempo de meditación, aunque también puede aparecer de repente en cualquier momento, incluso cuando no estés rezando. No lo conseguirás con esfuerzo, es un don gratuito. Puede servirte el mismo texto del Tabor o el elegido por la Iglesia para hoy.
Conclusión: Practica cualquiera de las formas de oración y, como ahora tenemos tiempo, dedica un tiempo cada día. Muy unido a todos vosotros en esto tiempos recios, como decía santa Teresa.
2 Comentarios
Ser felices incluso en momentos más tristes
Así mismo, ¡ánimo y fuerza!