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En el siglo XI un cartujo llamado Guigo II resumió un método de oración desde la Palabra de Dios practicado por los monjes durante el primer milenio. Desde el comienzo de la vida monástica compaginaban la oración litúrgica con la oración mental (Lectio divina). Los pasos para la oración mental son:
Lectura, meditación, oración, contemplación.
La explicación de Guigo es muy sencilla: “La lectura busca la dulzura inefable de la vida bienaventurada, la meditación la encuentra, la oración la pide, la contemplación la saborea”. O esta otra al comentar Mt 7,7: “buscad leyendo, encontrareis meditando; llamad orando, entraréis contemplando”. Este método tan sencillo recorre el segundo milenio y se divulga también entre los seglares. Llega a Teresa a través de los Cartujanos, obra de Landulfo de Sajonia (siglo XIV), publicado en romance en cuatro volúmenes por el confesor de la reina Ambrosio Montesinos.
La lectura de los evangelios será determinante para Teresa: “Siempre yo he sido aficionada y me han recogido más las palabras de los Evangelios que libros muy concertados. En especial, si no era el autor muy aprobado, no los había gana de leer” (Camino de Perfección 21.4).
Siguiendo los cuatro pasos propuestos por la Iglesia y confirmados por el concilio Vaticano II, será de gran utilidad para nuestra vida espiritual leer los evangelios directamente, tomando nota si nos ayuda, de aquellas palabras, gestos y enseñanzas de Jesucristo.
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