Queridos sobrinos: Estaba un día solo en la playa sentado en mi silla y contemplando la mar desde la orilla. Uno de vosotros, no sé si recordaréis, gritó detrás mío:
– Venid, venid deprisa.
– El tío Nicasio está mirando al todo sin pensar en nada.
Os acercasteis y las risas fueron enormes.
Hay cosas vuestras que no se me olvidan aunque pase el tiempo. En otra ocasión una de vosotras me dijo que era normal que ganara poco dinero, porque no sabía hacer otra cosa que hablar. No tenía ningún oficio útil. Es cierto que gano poco y sabéis que para las cosas prácticas soy un inútil.
Y ya que no podemos vernos ni besarnos os dedico esta carta por si alguno le interesa lo que cuento.
Lo primero que quería deciros es que os quiero mucho y quizás en alguna cosa os pueda ayudar en la vida a pesar de mis limitaciones.
Comienzo recordando la conversación que hace años mantuve durante una comida con una de vosotras, la única que fue capaz de acompañarme a la casa de enfermos de Sida y que ahora ejerce su carrera atendiendo niños con problemas y está casada. Si recuerdo bien me preguntó en su adolescencia:
– Tío, ¿cómo me ves?
– Le respondí, muy guapa
– No, no, me contestó, te pregunto ¿cómo me ves por dentro?
– Te veo muy bien, aunque creo que te faltan dos cosas: hacer algo por los demás gratis y meterte dentro de ti.
Dicho y hecho. Lo primero lo llevó a la práctica de inmediato. Durante dos o tres veranos estuvo de voluntaria ayudando a niños que no podían tener vacaciones y acudían a campamentos organizados por Cáritas. Aquella experiencia resultó muy positiva.
Más dificultades tuvo con la segunda. Decía que le daba mucho miedo meterse dentro porque le surgían pensamientos sobre la muerte y cosas que no le gustaban; por eso había decidido no hacer ese viaje hacia el interior.
Os animo a que no dejéis de entrar en vosotros mismos. Aprovechad estos días de reclusión en casa, por el coronavirus. Seguiremos el consejo que nos dejaron los griegos, en concreto Sócrates, “conócete a ti mismo”, y que la Biblia descubre a través de los profetas, Jeremías, Ezequiel, Isaías, cuando nos advierten sobre la necesidad de cambiar nuestro corazón.
No estamos vacíos por dentro, el amor debe inundar nuestra vida. O bien os hacéis humanistas y aprendéis los valores humanistas, o bien os hacéis cristianos y aprendéis a rezar y a amar a los demás imitando a Jesucristo. No es fácil pasar del egoísmo narcisista al servicio honrado a los demás.
Aunque hay otra solución que practican muchos de nuestros conciudadanos: ir al supermercado y agotar las existencias de papel higiénico. Lo he pensado por un momento y he decidido que no quiero esa opción ni para mis sobrinos, ni para mí.
La vida es una historia de amor. Es impresionante ver el vídeo de una calle de Nápoles cantando la gente una canción famosa con los balcones y las ventanas abiertas. Os dejo la canción en la calle y el original.
Soy el tío Nicasio, porque nadie me hace “nicaso”, pero estoy seguro que alguno me leerá e incluso será capaz de entrar dentro de sí mismo para descubrir su gran belleza interior, acompañada de alguna miseria. Y, por último, además de mis sobrinos carnales, tengo otra familia de gente joven a la que también quiero mucho, a quienes considero también miembros de mi familia y llevo en el corazón. Son bastantes y no quiero olvidar a ninguno. Si alguno me lee sabrá que está entre ellos.
Mientras os abrazo virtualmente sigo pensando si me voy al super a agotar el papel de water. Jeje.
Firmado: El tío Nicasio
5 Comentarios
ME siento parte de esa gran familia
Y yo también me apunto a la familia
Admitida
Ojalá este momento de incertidumbre que nos toca vivir saque lo mejor de nosotras y nosotros mismos como humanidad. Yo también pensaba que estos días o semanas pueden estar repletos de oportunidades. Y una de ellas, y bien hermosa, puede ser el indagar en nuestro interior. Escucharnos y mirar nuestro corazón. Y orar…, buscar nuestro santuario interior ahora que los templos están cerrados. Seguro que encontramos a Aquel que siempre nos habita. Un abrazo y gracias. Realmente me brota la gratitud por tantas cosas que parecen triviales y que realizamos cada día sin darnos cuenta, y cómo desde esta situación percibo como un regalo. Estoy convencida de que esta crisis nos ayudará a crecer y a amar. Así sea.
Gracias por la canción. Me apunto a la familia del tío Nicasio. Un abrazo virtual.