El capítulo 10 de las sextas moradas de santa Teresa de Jesús tiene dos partes bien diferenciadas, la primera de los números 1 al 4, y la segunda del 6 al 8. Es muy breve y está lleno de riquezas. Comentamos en parte los números 1 al 4.
La parte inicial nos explica algo sorprendente: hay un mundo real, histórico, el nuestro, en el que vivimos; y otro mundo el de Dios, allí arriba según la cosmología clásica. Son dos mundos diferentes e interconectados. Nada de lo que sucede en nuestra historia es ajeno al mundo de Dios. Él lo vive, disfruta y padece en sí mismo.
Quien ha aceptado la oferta de un amor incondicional de Dios en Cristo aprendió a volar con las primeras experiencias de saberse amado. Lo vimos en M 6.5, el llamado “vuelo de espíritu”. El capítulo presente nos lleva directamente al mundo de Dios con el objeto de despertar una nueva forma de conocimiento, podríamos llamar “intuitiva”. Es decir, Dios vino y está en el mundo y, el ser humano es capaz de viajar a esa región desconocida, divina, donde se aprende sin estudiar y se descubre que el mundo entero está en Dios. Vayamos paso a paso.
Nº1. Seguimos en la vida del amor adulto propio de las sextas moradas. Vida entendida como “pena sabrosa”. Ahí mismo Dios se “comunica” con nosotros de diferentes maneras (“llamadas“, dirá también). Las hemos visto, “hablas“, sabernos amados para siempre, “arrobamientos“, “vuelo de espíritu”, “arrobamientos de contento”. Acompañados de la “sacratísima Humanidad” de Cristo. Más tarde comienzan las “apariciones”, por “visión intelectual” o “visión imaginaria“. El término “apariciones” podemos aplicarlo a los capítulos 8, 9 y 10 de las sextas moradas.
Surgen de improviso por distintos motivos nos dice el número 1, cuando estamos tristes, “afligidos“, antes de atravesar una etapa difícil , “le ha de venir algún trabajo grande”, o simplemente porque el Señor quiere hacernos algún regalo, “por regalarse su Majestad con ella y regalarla”. Teresa desea explicar “de la manera que son y los efectos que dejan”.
Nº2. La esencia de la primera parte del capitulo. “Acaece, cuando el Señor es servido, estando el alma en oración y muy en sus sentidos, venirle de presto una suspensión, adonde le da el Señor a entender grandes secretos, que parece los ve en el mismo Dios“.
En primer lugar el Señor “suspende” las actividades de las potencias, la persona queda absorta, fija, extasiada, abrumada, todo su ser recogido, sin distracciones. “Suspensión” y “arrobamientos” son sinónimos. El primero insiste en los cambios producidos en las potencias del alma; el segundo, acentúa la experiencia del amor recibido. Lo había anunciado dentro del Castillo Interior en los arrobamientos de M 6.5: “Cuando estando el alma en esta suspensión, el Señor tiene por bien de mostrarle algunos secretos, como de cosas del cielo“. En el capítulo 10 la novedad no es otra que descubrir los secretos en el mismo Dios. Se dan por visión intelectual, sin imagen, las más difíciles de explicar. No son visiones de la Humanidad de Cristo, están centradas en el ser de Dios.
“Adonde se le descubre cómo en Dios se ven todas las cosas y las tiene todas en sí mismo (…) pasa en un momento, quédase muy esculpìdo (…) y vese más claro la maldad de cuando ofendemos a Dios, porque en el mismo Dios -digo, estando dentro en El- hacemos grandes maldades”.
Dentro de Dios pasa todo lo que sucede en la tierra. Observamos una gran diferencia entre decir que la realidad de la tierra queda reflejada en el cielo, con decir que Dios ve y vive nuestra realidad en sí mismo.
Nº3. Pone un ejemplo sobre el ser de Dios. La comparación utiliza el mismo vocabulario usado para describir el cielo, el templo, y la identidad del ser humano: “morada o palacio muy grande y hermoso“.
“Hagamos ahora cuenta que es Dios como una morada o palacio muy grande y hermoso y que este palacio, como digo, es el mismo Dios. ¿Por ventura puede el pecador, para hacer sus maldades, apartarse de este palacio? No, por cierto; sino que dentro en el mismo palacio, que es el mismo Dios, pasan las abominaciones y deshonestidades y maldades que hacemos los pecadores”.
A continuación va a calificar su afirmación como verdad: “no acabamos de entender estas verdades“, abriendo así la reflexión de la segunda parte del capítulo 10 acerca de la Verdad y Dios. Esta verdad forma parte de los secretos celestiales dados a conocer a la persona elegida. Nada dice de los demás secretos descubiertos. Debemos buscarlos en los textos paralelos.
No termina aquí la maravilla, da un paso más, deseosa de destacar la gran misericordia de Dios y su sufrimiento. “Consideremos, hermanas, la gran misericordia y sufrimiento de Dios en no nos hundir allí luego, y démosle grandísimas gracias, y hayamos vergüenza de sentirnos de cosa que se haga ni se diga contra nosotras; que es la mayor maldad del mundo ver que sufre Dios nuestro Criador tantas a sus criaturas dentro en Sí mismo”.
O sea, no solo la vida de los humanos las vive Dios en su interior, sino que también nos sufre “dentro en sí mismo”. El mundo está en Dios. Cada uno de nosotros vive en Dios con lo bueno y malo que hacemos. Y ante el pecado Dios mismo sufre los desvaríos humanos.
Nº4 Los “efectos“. No hay vivencia espiritual sin aplicación a la existencia. No hay vida espiritual sin una moral consecuente con el don recibido. La auténtica espiritualidad transforma sin cesar al ser humano. La moral no trata de un conjunto de normas venidas de fuera -al menos no es lo más importante- ante una propuesta cristiana de cambiar el corazón de piedra por uno de carne, tal y como dejó dicho Ezequiel y otros profetas. La moral cristiana se va descubriendo y aplicando conforme vamos tomando conciencia del amor recibido de Dios. El hombre espiritual cada vez va hilando más fino según la intensidad de su vivencia en un Dios Salvador, maestro de vida.
Algo debió de sucederle a Teresa mientras escribía, alguien hablaba mal de ella o de sus fundaciones, lo dice en el nº 3, “y que nosotras sintamos alguna vez una palabra que se dijo en nuestra ausencia y quizá con no mala intención”. La aplicación a su propia moral es el objeto del nº4. “¡Oh miseria humana! ¿Hasta cuándo, hijas, imitaremos en algo este gran Dios? ¡Oh!, pues no se nos haga ya que hacemos nada en sufrir injurias, sino que de muy buena gana pasemos por todo y amemos a quien nos las hace, pues este gran Dios no nos ha dejado de amar a nosotras aunque le hemos mucho ofendido, y así tiene muy gran razón en querer que todos perdonen por agravios que los hagan“.
La exigencia del perdón será la consecuencia definitiva de la visión. Al amor radical de Dios, le corresponde el perdón radical al prójimo.
Conclusión
Teresa nos explica con una intensidad máxima una nueva forma de ver el mundo y la divinidad desde el interior de Dios mismo. Nos descubre las infinitas capacidades del ser humano para aprender a vivir la vida de otra manera, incluso desde el mismo Dios. En estas líneas mágicas el vuelo de la palomita o mariposa vuela a las entrañas de un Dios-Amor, llega a la cumbre del misterio en vuelo suave, vuelo deleitoso, vuelo sin ruido.
Si nuestro objetivo ha sido y será siempre, bajar a la santa de los candelabros inalcanzables al barro de la vida, hacer accesible en la medida de lo posible al Pueblo de Dios la riqueza dejada en herencia por esta mujer, necesitamos adentrarnos en los misterios de la teología, de la psicología y del cerebro.
Antes de dar mi opinión os dejo las preguntas a intentar contestar: ¿Cuáles son los demás secretos descubiertos por Teresa en su vuelo al interior de Dios? ¿Hay textos en escritos anteriores?, ¿Cuál es el significado teológico y psicológico de lo dicho?
1.- Los textos paralelos
Al escribir la segunda redacción del libro de la Vida (la primera se perdió), Teresa nos ha contado lo mismo dentro de un marco más amplio. No le dedicará un capítulo entero, como hará en Castillo, sino que lo hará cuando explique las visiones intelectuales en el capítulo 27 de Vida, a partir del número 6, mezclando la visión De Dios en sí con otras del cielo y de los resucitados en Cristo.
“Pone el Señor lo que quiere que el alma entienda, en lo muy interior del alma, y allí lo representa sin imagen ni forma de palabras, sino a manera de esta visión que queda dicha (visión intelectual). Y nótese mucho esta manera de hacer Dios que entienda el alma lo que El quiere y grandes verdades y misterios.
“Es una cosa tan de espíritu esta manera de visión y de lenguaje, que ningún bullicio hay en las potencias ni en los sentidos, a mi parecer, por donde el demonio pueda sacar nada. Esto es alguna vez y con brevedad (…) Todo parece obra el Señor”.
Puro don: “Todo lo halla guisado y comido; no hay más que hacer de gozar, como uno que sin deprender ni haber trabajado nada para saber leer ni tampoco hubiese estudiado nada, hallase toda la ciencia sabida ya en sí, sin saber cómo ni dónde”.
“Porque se ve el alma en un punto sabia, y tan declarado el misterio de la Santísima Trinidad y de otras cosas muy subidas, que no hay teólogo con quien no se atreviese a disputar la verdad de estas grandezas. Quédase tan espantada, que basta una merced de éstas para trocar toda un alma y hacerla no amar cosa, sino a quien ve que, sin trabajo ninguno suyo, la hace capaz de tan grandes bienes y le comunica secretos y trata con ella con tanta amistad y amor que no se sufre escribir”.
“quiere el Señor de todas maneras tenga esta alma alguna noticia de lo que pasa en el cielo, (…) se entienden Dios y el alma con sólo querer Su Majestad que lo entienda, sin otro artificio para darse a entender el amor que se tienen estos dos amigos. Como acá si dos personas se quieren mucho y tienen buen entendimiento, aun sin señas parece que se entienden con sólo mirarse. Esto debe ser aquí, que sin ver nosotros cómo, de en hito en hito se miran estos dos amantes, como lo dice el Esposo a la Esposa en los Cantares“.
La frase siguiente está tachada en el manuscrito por mano ajena. La lectura original dice: “¡Oh humildad admirable de Dios!, ¡oh Señor mío!, y cuan poca tengo yo, pues no se me hace pedazos el corazón de ver que os dejáis mirar de unos ojos que tan mal han mirado como los de mi alma ¡Queden ya, Señor, de esta vista acostumbrados en no mirar cosas bajas, ni que les contente ninguna fuera de Vos!“. El censor se asusta ante la “humildad de Dios” y, sobre todo el dejarse mirar, algo reservado al cielo. No le falta razón, ¿puede alguien en esta vida mirar de hito en hito a Dios como lo hacen los amantes en el Cantar de los Cantares? (“Me has enamorado, hermana y novia mía, me has enamorado con una sola de tus miradas, con una vuelta de tu collar” Ct 4,9)
¿Puede el ser humano comprender en este mundo la esencia de Dios? ¿No son cosas reservadas a los bienaventuradas en la otra vida? ¿No se acerca Teresa a las visiones del más allá?
Sin entrar en teologías, sí podemos afirmar que nos encontramos ante anticipos del cielo. Más en concreto, concluimos que en Vida se explaya, a visiones del cielo, que luego continuará a partir del capítulo 37, a la Trinidad, a los resucitados, etc. Años más tarde lo resume en acercarse al misterio de Dios mismo, a sus entrañas, a aprender a ver la vida desde el mismo Dios, donde se encierra el mundo.
Pero sigamos con Vida.
Se reserva muchas cosas, nos contará lo mínimo, es suficiente con saber lo imprescindible. Nada dirá de esos diálogos amorosos, de esas miradas de amor que tanto nos gustaría conocer. Sabe que pisa terrenos peligrosos, se apoya en que le mandan escribir y ella obedece. ¡¡No es tonta!! El grupo que corrige con ella el manuscrito quiere protegerla, la quiere, se saben mas sabios. No dudarán en tachar todo aquello que pueda perjudicarla a ella… y a ellos. La Inquisición sigue reteniendo el libro de la Vida, está bajo sospecha, las denuncias se multiplican.
Hay algo que no pasará por alto, el amor comienza siendo cosa de dos, ¿estarán limitadas estas experiencias a un número pequeño de cristianos? ¿hay que ser muy muy santo para vivirlas? ¿Cuál es la esencia de lo que puede aportar el verdadero amador? La contestación es contundente, la puerta está abierta “a los que todo lo dejan por Él”:
“Mirad que es así cierto, que se da Dios a Sí a los que todo lo dejan por El. No es aceptador de personas; a todos ama. No tiene nadie excusa por ruin que sea, pues así lo hace conmigo trayéndome a tal estado(…) mas no puedo decir lo que se siente cuando el Señor la da a entender secretos y grandezas suyas, el deleite tan sobre cuantos acá se pueden entender, que bien con razón hace aborrecer los deleites de la vida, que son basura todos juntos. Es asco traerlos a ninguna comparación aquí, aunque sea para gozarlos sin fin, y de estos que da el Señor sola una gota de agua del gran río caudaloso que nos está aparejado”.
Dicho esto, recurre como siempre al “buen Jesús”, a su Pasión y Cruz. Quisiera gritar un cambio y no puede. Es mujer. Se lo encarga a su gran amigo García de Toledo: “Dé voces vuestra merced en decir estas verdades, pues Dios me quitó a mi esta libertad”.
Termino el post añadiendo un párrafo donde ella habla desde los bienaventurados del cielo, incluyendo a todos los cristianos, no solo a las monjas, “conforme a sus fuerzas y estado”:
“¡Qué gloria accidental (añadida) será y qué contento de los bienaventurados que ya gozan de esto, cuando vieren que, aunque tarde, no les quedó cosa por hacer por Dios de las que le fue posible, ni dejaron cosa por darle de todas las maneras que pudieron, conforme a sus fuerzas y estado, y el que más, más! ¡Qué rico se hallará el que todas las riquezas dejó por Cristo! ¡Qué honrado el que no quiso honra por El, sino que gustaba de verse muy abatido! ¡Qué sabio el que se holgó de que le tuviesen por loco, pues lo llamaron a la misma Sabiduría! ¡Qué pocos hay ahora, por nuestros pecados! Ya, ya parece se acabaron los que las gentes tenían por locos, de verlos hacer obras heroicas de verdaderos amadores de Cristo. ¡Oh mundo, mundo, cómo vas ganando honra en haber pocos que te conozcan!”.
Os propongo leer M 6.10 y V 27.
Hasta pronto, continuará.
(La fotografía es de Brooke Shaden. Leo que cada día mueren alrededor de 260 soldados de ambos bandos. Y miles de personas civiles. Nadie nos puede quitar la esperanza de otra forma de vivir, donde la dignidad de cada ser humano sea respetada. Nadie nos puede prohibir cantar con Bach “Jesús es nuestra alegría”)
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