
Escribe Benedicto García, psicólogo.
Su presentación es escueta, su saber, inmenso. Juntos caminamos con santa Teresa, procurando seguir a Jesucristo. En la actualidad estamos en un grupo aprendiendo a imitar la vida de Jesús de Nazaret.
“Benedicto García, psicólogo sanitario, expecialista en neuropsicología y aprendiz de todo”.
Y una frase de San Pablo:
“El momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe.” (Timoteo 4, 5-6)
Aunque no nos lo creamos, la autoestima es un tema sobre el que se podría reflexionar durante muchas horas y como muchas cosas en la vida se puede aprender y trabajar. De hecho se enseña en aulas universitarias y en cursillos para desempleados, se trabaja en el deporte de competición, se trabaja en la clínica psicológica, se trabaja en casi todo e incluso, según parece, ahora lo podríamos trabajar en nuestro camino interior, y a eso se me ha invitado, a pesar de que Antonio conoce mi prevención a “psicologizar” la relación personal con Dios.
Pero en fín, como ya he dicho casi todo se puede aprender y trabajar, tambíén la manera de afrontar una vocación o cualquier relación personal. Aunque ni soy ni pretendo ser original, porque todo lo que voy a decir lo he aprendido de otros y viene de aquí y de allá, según el arte del buen copiar como diría Antonio, si que os aseguro que tiene el aval, si eso os vale, de haberme sido útil en mi práctica profesional.
Como aparece en el título, os propongo cuatro pasos para aprender y trabajar con ellos, pero podrían ser otros o varios mas.
Ruth Beitia, saltadora de altura, video
(La autoestima y las saltadoras de altura: Si nos fijamos un poco, en un momento dado, las atletas atacan completamente de espaldas su objetivo, con una fe sin ver, “ciega”, en sí mismas, en su capacidad, en su entrenador y en una larga preparación física y mental; para en décimas de segundo realizar una serie compleja de movimientos extremadamente precisos, con tan aparente facilidad, que parece lo más sencillo del mundo.)
I) Me gustaría advertir que, personalmente, más que hablar de autoestima -que puede resultar una traducción algo confusa y poco operativa del termino original- suelo preferir hablar de “confianza en si mismo”, en función de las capacidades en las que nos podemos considerar más o menos aptos o sobresalientes. Porque yo podría desarrollar, en un momento, una autoestima muy elevada gracias a mi destreza haciendo pajaritas de papel y desbaratarse por mi perspicacia política o económica. Pero en fin, si buscamos una definición genérica y que se adapte a nuestro camino, me quedo con la de Nathaniel Branden, para el que eso de la autoestima consiste fundamentalmente en dos cosas:
1. Confianza en nuestra capacidad de pensar y de afrontar los desafíos básicos de la vida.
2. Certeza en nuestro derecho a ser felices, al sentimiento de ser dignos de merecer, de tener derecho a afirmar nuestras necesidades y a gozar de los frutos de nuestros esfuerzos.
Según esto, la autoestima estaría ligada a conceptos como asertividad, búsqueda de plenitud y autodignidad. Y funcionaría como un “sistema inmunológico”, que nos capacita para desarrollarnos personal y socialmente, lo mejor posible, en un medio muchas veces hostil. Por eso, si la autoestima baja no sólo disminuye nuestra resistencia frente a las adversidades de la vida, si no que tendemos a movernos más por el deseo de evitar el dolor o el fracaso que de buscar la felicidad, que es para lo que hemos nacido.
1ª ACTIVIDAD DE NUESTRO TALLER: Para desarrollar su autoestima, tal como la hemos definido, es fundamental que la persona dedique un tiempo a reflexionar sobre sí misma, y a formarse así una idea de ese ser único e irrepetible que es. Reflexionar por escrito, por ejemplo, sobre cómo entiende, afronta o valora personalmente su profesión, su papel en la familia, sus aficiones, anécdotas infantiles o juveniles que le marcaron de algún modo, etc.
II) El como la persona se valora y confía en si misma es el resultado de la interacción de muchas variables. Fundamentalmente es consecuencia de los éxitos, de los fracasos y de las interpretaciones que hacemos de ellos; pero también de la opinión que las personas significativas (padres, educadores, amigos, esposos, etc.) tengan realmente sobre nosotros y nuestra conducta, o que nosotros suponemos que tienen.
El ser humano para conocerse necesita del espejo de la mirada del otro en quién confía; por eso la inmensa influencia que tienen sobre nuestra autoestima los mensajes, verbales y no verbales, que las personas queridas o significativas nos envían a lo largo de nuestra vida. La confianza que infunden esas “miradas” (seguramente también la que, de alguna manera, podemos percibir de Jesús) es tremendamente importante para el sano desarrollo de nuestra autoestima y para el desarrollo de esa vieja virtud, que se llamaba magnanimidad, que nos hace más atrevidos y ambiciosos.
2ª ACTIVIDAD: Describir con sencillez y naturalidad dos características físicas singulares, dos cualidades de personalidad y dos capacidades o habilidades que me agradan de mí mismo, o que las personas queridas suelen valorar. Vamos, no seamos tímidos.
III) No sé si convendría puntualizar que la autocomplacencia, la jactancia, o la mirada de superioridad no son sinónimo de autoestima elevada, sino todo lo contrario. Porque el individuo con autoestima sana no necesita compararse con los demás. Asimismo, también habría que concienciarse del signo cambiante, como ya hemos dicho anteriormente, que puede tomar nuestra autoestima, a veces, aunque parezca increíble, en un mismo día.
Deberíamos ser siempre más conscientes de la naturaleza imperfecta que tenemos como ser humano, y aceptar nuestras debilidades, sabiendo que si, sincera y responsablemente, hacemos lo que mejor podemos y sabemos en cada momento, contando con esas debilidades, no tiene porque rebajarse nuestra confianza en nosotros mismos. Dos factores fundamentales son, por tanto, aceptarse a uno mismo con sus limitaciones, pero aceptando, a la vez, la responsabilidad de nuestros actos.
3ª ACTIVIDAD: Relatar por escrito las 2 o 3 cosas que más me molestan de mi o que hacen que no esté satisfecho de cómo soy.
IV) Finalmente, para terminar este pequeño taller, un factor fundamental para una “sana autoestima” es, aunque no lo parezca, vivir con propósitos lo más elevados posibles, pero, eso sí, claros y definidos, para que no se acaben convirtiendo en anhelos frustrados. Y vivir lo más conscientemente posible, como enseñan ahora mis colegas, integrando estos elevados propósitos, ideales, convicciones, creencias, con la realidad de nuestra conducta diaria.
Maslow, en su conocido estudio, muestra una serie de necesidades que atañen a todo individuo y que se encuentran organizadas de forma estructural como una pirámide. En la parte más baja de la pirámide se ubican las necesidades más prioritarias. Dentro de esta estructura, al ser satisfechas las necesidades del nivel inferior, el individuo encuentra en las necesidades del siguiente nivel su meta próxima de satisfacción. Aquí subyace la teoría de que el ser humano siempre quiere más y más, y esto está dentro de su naturaleza.
Primero son necesidades de supervivencia como el alimento., luego necesidades de seguridad, como un trabajo estable, vivienda o asistencia sanitaria. Una vez satisfechas las necesidades fisiológicas y de seguridad, la motivación se da por necesidades como tener amigos y crear o convivir en una familia. Y más adelante estará obligatoriamente la necesidad de toda persona de sentirse apreciado y destacar; una necesidad de reconocimiento que suele traer como consecuencia, en cierta manera, un aumento del respeto a sí mismo.
Finalmente estarían aquellas que se convierten en el ideal para cada individuo, sus necesidades de autorrealización. Porque llegado a este nivel, si se han cubierto razonablemente las anteriores, el ser humano busca trascender, dejar huella, realizar su propia obra, desarrollar sus talentos y no dejarlos resignadamente enterrados en el cajón de los sueños.
(En realidad el truco para el cambio de postura de este hombre, al que echan sobre su mesa una indemnización por despido después de muchos años de esfuerzos, no es sólo el encanto de George Clooney, que, por cierto, tambíén habla de fijarnos en los atletas. El truco está en conseguir con crudeza y arte su aceptación de la realidad, desde ella tratar de buscar soluciones al problema sin prejuicios, con creatividad, desde un conocimiento profundo de uno mismo y, finalmente, unir todo esto a las necesidades de reconocimiento y autorrealización de toda persona. Hacer ver que hay que aprovechar la oportunidad que singularmente se nos concede de intentar desarrollar eso para lo que nos hemos sentido siempre personalmente llamados).
4ª Y ULTIMA ACTIVIDAD DE ESTE TALLER: Poner por escrito cuáles son mis proyectos vitales más íntimos e ilusiones. Describiendo como se podrían hacer realidad mediante el diseño de objetivos, previsión de dificultades internas y externas, recursos personales, etc. Vamos, un auténtico y completo plan de vida, desde el aquí y ahora hasta la Eternidad.
Insisto, es muy importante visualizar durante el mayor tiempo que nos sea posible el objetivo final, ver mentalmente cada paso del camino que sabemos debemos recorrer hasta él, y que ya hemos practicado, de alguna forma, antes una y otra vez confiadamente y a fondo perdido. Pensar en él, dialogar con él y toquitearlo, aunque sea con la punta de los dedos desde lejos, como hace físicamente y con gracia la saltadora Ruth Beitia en el vídeo de las olimpiadas de Río de Janeiro. Todo eso no nos hará alcanzar, claro está, ese ideal para el que hemos nacido, por arte de magia en un vuelo y sin casi contratiempos y esfuerzos, como en las viejas leyendas de héroes y santos, pero quizás nos hará ser total y plenamente conscientes de que alcanzar eso, que es y nos parece tan lejano, también es posible para nosotros… y seguramente merece la pena.
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