Pretendo en estas líneas comentar la noche teresiana desde el comienzo: sabernos amados de manera incondicional por un Dios-Amor que se nos da a conocer en Jesucristo. Sin esta premisa es imposible conocer la noche oscura en santa Teresa de Jesús.
Los cristianos creemos en un Dios-Amor con quien podemos comunicarnos y tener una relación de amistad. Nos ha hablado en tres lenguajes predilectos, el Amor, el Hombre nuevo y la Libertad. Sin ningún lugar a dudas la espiritualidad de Teresa de Jesús se centra en el Dios-Amor.
No fue fácil para ella llegar a descubrirlo. Hubo de pasar de un Dios que le provocaba “temor servil” a otro que ella denomina “temor filial”, es decir, saberse hija de Dios gracias al Hijo Jesucristo. De la mano de Jesucristo Hombre llegó a vivir en las sextas moradas un Amor de Dios recibido gratuitamente, capaz de perdonar, olvidar y poner de pie a las personas.
De este modo, las sextas moradas nos describen una forma de vivir en cristiano desde el Amor de Dios. Los dos últimos papas nos dan las indicaciones para el tiempo presente, uno desde la teología en su encíclica “Jesus caritas est” (Benedicto XVI), y el papa Francisco desde la práctica pastoral en su exhortación, “La alegría del evangelio”.
Rescato una frase o dos de cada uno, advirtiendo que ambos documentos tienen mucha enjundia y son continuación del Concilio Vaticano II. Nos dice Benedicto XVI al comienzo de la encíclica: “Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva“.
Y Francisco continúa: “En este núcleo fundamental lo que resplandece es la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado” (nº36); “el anuncio fundamental: el amor personal de Dios que se hizo hombre, se entregó por nosotros y está vivo ofreciendo su salvación y su amistad” (nº 128).
Si a estas dos voces de primer orden añadimos las de los teólogos Rahner y Hans Urs von Balthasar tenemos una visión del pensamiento actual sobre la fe cristiana en nuestro tiempo. Dice Rahner: “Dios mismo, sin dejar de ser Dios, puede darse al mundo; con otras palabras, porque la encarnación del Logos eterno, la mundanización de Dios, la salida de sí mismo como Ágape, constituye la verdad, realidad y posibilidad fundamental de Dios. Pero esto significa que ese amor afecta tan directamente a Dios que Dios, en su propia vida y señorío, se convierte en el contenido de nuestra vida de criaturas, y que tal amor sólo es posible porque Dios desciende personalmente al mundo. El resultado es que el amor ascendente que nosotros tenemos a Dios es siempre complemento de la bajada de Dios al mundo“ (El sacerdocio cristiano en su realización existencial, 269-271. Sacado del libro“Dios amor que desciende. Escritos espirituales).
Por su parte, Balthasar en su libro programático, “Sólo es amor es digno de fe”, nos dice: “En el Nuevo Testamento esta majestad de la gloria se manifiesta como el amor de Dios en Cristo que desciende hasta el extremo de la noche y la muerte” (p.19). “Los que aman son los que más saben de Dios, es a ellos a quienes los teólogos tienen que escuchar” (se refiere a los grandes santos, p.21). “Un amor que se me dona sólo puedo comprenderlo como un milagro (…) Una relación tal entre lo que es inimaginable por mí y la plausibilidad más eficaz para mí, se da únicamente en el reino de la belleza gratuita” (p.57).
Convertido el Amor de Dios entregado en su Hijo como el centro del cristianismo, dependerá de la respuesta libre que demos a su llamada para ser cristianos de verdad y formar parte de la Iglesia. Ahora bien, encontramos bastante resistencias para aceptar que alguien nos Ama de manera incondicional. Unas son de origen histórico, el miedo y la culpa se instalaron en Europa a raíz de las pestes medievales, según la opinión de los especialistas (Jean Delumeau, El miedo en occidente).
Fueron heredadas por Teresa, hasta el punto de negarse a recibir al principio los dones del Señor. Dios fue imponiendo su Amor por encima de confesores inexpertos y amigos de ver demonios en cualquier experiencia. En mi opinión le ayudó mucho el sacramento que entonces se llamaba de la Confesión y después del Concilio Vaticano II sacramento de la Reconciliación. Hoy lo llamaría sacramento del Amor de Dios, como expliqué en un post anterior.
Añadamos una falsa interpretación en el siglo XIX de las teorías de la Encarnación de Cristo en san Anselmo, convirtiendo a Dios en un juez implacable, alguien que generaba una culpabilidad excesiva. Mi generación recibió esa herencia envenenada que todavía hoy sigue haciendo estragos.
Encuentro a bastantes personas en la actualidad, buscadores de trascendencia, capaces de aceptar al Dios-Amor en sus vidas, e incapaces de verlo reflejado en la institución eclesial tal y como ahora se presenta. Personalmente creo que el anuncio del evangelio debe hacerse en dos tiempos, el primero, ofreciendo a las personas interesadas la fe en un Dios-Amor (sin forzar la libertad de nadie, es decir, sin hacer proselitismo, algo prohibido por el Vaticano II y por el papa Francisco). En un segundo momento, animarles a conocer en Jesucristo.
Aplicando lo dicho al itinerario teresiano, mi propuesta actual consiste en presentar la nueva evangelización desde las sextas y las séptimas moradas, desde un amor radical que, de aceptarlo, nos cambia la vida.
Esto no significa ni mucho menos desechar las cinco primeras moradas, las seguiremos viviendo todas, pero, en el diálogo con aquellos que busquen a Dios, en lugar de comenzar por las primeras como hemos venido haciendo, comenzaremos por las sextas proponiéndoles unirse a la fe cristiana desde el Dios-Amor. Una vez aceptado con total libertad, comenzar el itinerario desde la primera morada.
He repetido en numerosas ocasiones que las moradas son -a mi entender- siete formas de vivir el cristianismo siguiendo la relación de Jesús con sus discípulos. Las viviremos ayudados por el Espíritu Santo cada vez con mayor intensidad, sabiendo de antemano que Teresa las vivió en alto vuelo y nosotros las viviremos como Dios nos dé a entender. Naturalmente, quien acepte dejarse amar gratis total debe de inmediato vivir las cinco primeras siguiendo a Jesucristo y comenzar a practicar las diferentes formas de oración propuestas por Teresa: vocal, de meditación, recogimiento y contemplación, además de ir aprendiendo y aplicando a su vida la forma de ver la vida de Cristo (llamadas “virtudes” por ella).
Llegamos a alguna conclusión. Las sextas moradas son un tratado sublime del Amor de Dios. El creyente viajará en compañía por las oscuridades de la vida, con Cristo muerto y resucitado a su lado. Nunca estará solo. Bajaremos hasta los insoportables infiernos de la vida, seremos capaces de enfrentarnos a nuestra propia muerte perdiendo el miedo, acompañados de un Dios-Amor que comparte nuestros sufrimientos hasta dar la vida por nosotros.
Una segunda conclusión para los cristianos. Los crecientes ataques al papa Francisco por parte de sus más cercanos colaboradores deben hacernos participar en su iniciativa del Sínodo si todavía no lo hemos hecho. Por vez primera en la historia de la Iglesia se nos da voz a creyentes y no creyentes. En estos momentos se trabaja en el “Documento de trabajo para la etapa continental”, resumen de las aportaciones previas de los continentes. Adjunto las palabras de Cristina Inogés, miembro del equipo directivo, laica y teóloga, el día de la inauguración, en Roma y otro donde explica cuál es el objetivo.
(La fotografía está tomada del “Diario Digital Conclusión”, un día de fiesta de los pescadores en Remanso Valerio, un rincón del Río Paraná (Argentina) // La música, “La canción del remanso”, o “El Cristo de los pescadores”; compuesta por Jorge Fandermole. La considero una de las mejores canciones religiosas de nuestros tiempos.
Soy de la orilla brava del agua turbia y la correntada
Que baja hermosa por su barrosa profundidad
Soy un paisano serio, soy gente del remanso Valerio
Que es donde el cielo remonta el vuelo en el Paraná
Tengo el color del río y su misma voz en mi canto sigo
El agua mansa y su suave danza en el corazón
Pero a veces oscura va turbulenta en la ciega hondura
Y se hace brillo en este cuchillo de pescador
Cristo de las redes
No nos abandones
Y en los espineles
Déjanos tus dones
No pienses que nos perdiste, es que la pobreza nos pone tristes
La sangre tensa y uno no piensa más que en morir
Agua del río viejo, llévate pronto este canto lejos
Que está aclarando y vamos pescando para vivir
Llevo mi sombra alerta sobre la escama del agua abierta
Y en el reposo vertiginoso del espinel
Sueño que alzo la proa y subo a la luna en la canoa
Y allí descanso, hecha un remanso mi propia piel
Calma de mis dolores, ay, Cristo de los pescadores
Dile a mi amada que está apenada esperándome
Que ando pensando en ella mientras voy vadeando las estrellas
Que el río está bravo y estoy cansado para volver
Cristo de las redes
No nos abandones
Y en los espineles
Déjanos tus dones
No pienses que nos perdiste, es que la pobreza nos pone tristes
La sangre tensa y uno no piensa más que en morir
Agua del río viejo, llévate pronto este canto lejos
Que está aclarando y vamos pescando para vivir
Agua del río viejo, llévate pronto este canto lejos
Que está aclarando y vamos pescando para vivir
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