Recuerdo una conversación con un misionero africano. Han pasado varios años y no la olvido. Me explicaba el mayor sufrimiento en su vida de misionero: tener una sola vacuna anti rabia y varías personas afectadas. Tener que discernir en la oscuridad absoluta quién debía ser el elegido. Parece ser que algo así está pasando en los hospitales españoles. Encerrados en casa, nuestra mente está en los hospitales, en las UCIs, en los enfermos, en el personal sanitario que se está jugando la vida.
Tenemos la tentación de hundirnos en la miseria y la desesperanza, no entendemos, nos parece inverosímil lo que está sucediendo: Muerte y ruina. Estamos en estado de schok. Nos sucede lo mismo que al pueblo judío cuando fue desterrado. Quizás si dedicas unos minutos te puede ayudar lo que escribí antes de la pandemia sobre el pueblo judío en el exilio a Babilonia: Breve presentación de Jesucristo desde el Antiguo Testamento (I); Si estás desanimado, o tu esperanza está por los suelos quizás pueda ayudarte, La esperanza de un desierto florecido (II); y si quieres conocer un poco el programa de vida que presenta Jesucristo te remito a otro post, Jesucristo el profeta. Si quieres estar en silencio y rezar, te puede servir: Algunas formas de oración en tiempos de coronavirus.
Experimentar la ausencia de Dios también le sucedió al sacerdote y profeta Ezequiel. No somos tan raros. Parecía que Dios le había abandonado y se había ido a vivir más allá de la bóveda del cielo. Era más difícil entrar en contacto con Él. Si con la ayuda de Dios tenemos la fortaleza de sobreponernos seremos capaces de rezar y, si Dios quiere, soñar y preparar otra Iglesia que vendrá después del virus. La reclusión en nuestras casas puede llegar a ser un momento de intimidad y de pensar un futuro que no puede ser igual al que hemos dejado atrás.
En esta circunstancia ¿cómo Dios va a negarnos vivir por experiencia lo que ya sabemos por fe, que Dios vino al mundo con una oferta de amor incondicional? Lo que explico a continuación está abierto a todos nosotros en estos momentos tan difíciles y si se lo pedimos con humildad vendrá a consolarnos y a darnos fuerza, para no caer en la desesperanza y ayudar en lo que podamos a los demás.
El sueño de las potencias es la expresión de una experiencia religiosa vivida por santa Teresa, continuación de otras que ya hemos descrito de las cuartas moradas: oración de presencia, recogimiento sobrenatural y quietud. En concreto, el sueño de las potencias trata de una prolongación de la oración de quietud, de sabernos amados por Dios. Con ella cerraremos las formas de oración de las cuartas moradas y nos dedicaremos a buscar los cambios en el corazón y las consecuencias para nuestro comportamiento con nuestros semejantes.
Dicho con brevedad, el sueño de las potencias es una forma de amor humano volcado a lo divino. Como todas las experiencias místicas. No encuentro imagen mejor que la vivencia del amor entre personas, para descubrir que la mística, o experiencia religiosa profunda, no son otra cosa que experiencias de amor humano vividas a lo divino. Bastará para comprenderlo, y quizás vivirlo, el haber amado alguna vez, o haberte dejado amar por alguien.
Con un poco de suerte el amor entra en la vida a través de nuestros padres bajo el signo de la confianza. Aprendemos a querer porque nos quieren. En principio amamos a quienes nos quieren. Esas experiencias primeras son esenciales en nuestra vida. Luego se desarrollan de diversas maneras con otras personas. Dan sentido a nuestra vida y son el tesoro al que nos aferramos en situaciones delicadas. Bien por medio de fotografías, o de trato personal, hay relaciones inolvidables que guardamos siempre en el corazón. Si la vivencia de amor con nuestros padres ha sido positiva, raro será que cuando fallezcan no los recordemos con frecuencia, con mucha frecuencia.
Vayamos ahora a esas experiencias humanas a lo divino. Con Dios puedes tener una relación de lejanía, o de cercanía, o a medias. Al comenzar a llevar una vida espiritual resulta que ese Dios que parecía lejano se va haciendo cercano. A través de su hijo Jesucristo puedes llegar con facilidad a ser su amigo, a meditar los misterios de su vida, ir aprendiendo su forma de vivir. Es decir, empieza a formar parte de nuestra vida. Casi casi es una necesidad rezar con frecuencia, participar de los sacramentos, acudir a la Eucaristía de la comunidad los domingos, acordarte de él. Al fin y al cabo no tiene nada de extraordinario, lo viven millones de cristianos.
Llegado el momento y sin dejar de practicar lo aprendido en las tres moradas primeras, resulta que pasamos de la amistad al amor. Tienes sed de más. Aprendemos a vivir en presencia de Dios, a recoger nuestros pensamientos para no andar dispersos divagando…, y un buen día experimentas por primera vez que ese con quien te relacionas, el Dios de Jesucristo, te da el regalo de sentir su cariño. Lo hemos pedido con frecuencia, no hemos dejado de meditar los misterios de su vida y de repente descubrimos que alguien nos quiere desde siempre.
Cuando ese cariño lo experimentas dura muy poco tiempo y Teresa lo llama oración de quietud. Si esa presencia amorosa continúa un día o dos, estamos ante el sueño de las potencias. Digamos que el amor se dilata, se extiende, deja de ser una experiencia puntual, sale del escondite de la oración y se incorpora a la vida diaria. La voluntad, donde nace el amor, sigue en presencia de Jesús y el resto de las potencias, memoria, entendimiento y la imaginación, están ocupadas en sus tareas. Puedes estar paseando por la calle, trabajando, o hablando con otras personas y algo de ti, muy secreto, sigue en la presencia del Señor. Eso es el sueño de las potencias.
Observa la foto que encabeza estas líneas, una de las bombillas está encendida, conectada con lo divino a través de la voluntad El resto del alma simbolizado en el resto de las bombillas siguen su camino, andan a su aire; la voluntad sigue cautivada por el Señor. No será lo normal, pero es posible que por breve tiempo también se junten a la fiesta la memoria el entendimiento y la imaginación.
En el momento que puedes trabajar en los que sea y una parte de ti está con Jesucristo Marta y María, la acción y la contemplación comienzan a caminar juntas. La oración se hace vida y la vida oración. El resto del itinerario hasta las moradas séptimas no hará otra cosa que ir ampliando ese tiempo, esa presencia, hasta llegar a ser casi permanente.
Se distingue de la unión de las quintas moradas porque esa presencia amorosa de Dios afecta únicamente a la voluntad. En la unión amorosa de las quintas, cuando sea unión regalada, las tres potencias se recogerán en la unión, quedarán suspendidas, y no se podrá obrar en nada, sino que todo estará centrado en dejar que fluya el amor mutuo.
Camino de perfección, capítulos 31.4-5, hasta el final del capítulo, explica con claridad el sueño de las potencias:
“Algunas veces en esta oración de quietud hace Dios otra merced bien dificultosa de entender si no hay gran experiencia; mas si hay alguna, luego lo entenderéis la que la tuviere, y daros ha mucha consolación saber qué es, y creo muchas veces hace Dios esta merced junto con estotra. Cuando es grande y por mucho tiempo esta quietud, paréceme a mí que si la voluntad no estuviese asida a algo, que no podría durar tanto en aquella paz; porque acaece andar un día o dos que nos vemos con esta satisfacción y no nos entendemos -digo los que la tienen- y verdaderamente ven que no están enteros en lo que hacen, sino que les falta lo mejor, que es la voluntad, que, a mi parecer, está unida con su Dios y deja las otras potencias libres para que entiendan en cosas de su servicio. Y para esto tienen entonces mucha más habilidad; mas para tratar cosas del mundo están torpes y como embobados a veces”.
“Es gran merced ésta a quien el Señor la hace, porque vida activa y contemplativa es junta. De todo sirven entonces al Señor juntamente; porque la voluntad estáse en su obra sin saber cómo obra y en su contemplación; las otras dos potencias sirven en lo que Marta; así que ella y María andan juntas”.
En Relaciones 5.4 (o Cuentas de Conciencia en otras ediciones), también lo explica muy bien y lo compara con el arrobamiento de las sextas y la oración de unión de las quintas:
“De esta oración suele proceder un sueño que llaman de las potencias, que ni están absortas ni tan suspensas, que se pueda llamar arrobamiento. Aunque no es del todo unión, alguna vez y aun muchas, entiende el alma que está unida sola la voluntad, y se entiende muy claro; digo claro, a lo que parece. Está empleada toda en Dios, y que ve el alma la falta de poder estar ni obrar en otra cosa; y las otras dos potencias están libres para negocios y obras del servicio de Dios. En fin, andan juntas Marta y María”.
En el Libro de la Vida encontrarás muchos detalles. Le da al sueño más importancia que en libros posteriores, le dedica los capítulos 16 y 17. Se convierte en la tercera forma de regar el huerto, es decir, son dones de Dios sin apenas esfuerzo por parte de la persona. Y tiene el inconveniente de mezclar la quietud y el sueño con la oración de unión de las moradas 5, como aclarará en el Castillo Interior.
He dejado para el final el comentario del Castillo porque se detiene en los peligros que tienen algunas almas. Presento el texto y lo comento después a mi manera.
“… como sienten contento alguno interior y caimiento en lo exterior y una flaqueza, cuando hay un sueño que llaman espiritual, que es un poco más de lo que queda dicho, paréceles que es lo uno como lo otro y déjanse embebecer. Y mientras más se dejan, se embebecen más, porque se enflaquece más el natural, y en su seso les parece arrobamiento; y llámole yo abobamiento, que no es otra cosa más de estar perdiendo tiempo allí y gastando su salud” (M 4.3.11).
En mi opinión, el peligro es creer que rezas cuando no rezas. Por ejemplo, es peligroso ir a la capilla y quedarte ante el sagrario envuelto en tus pensamientos e imaginaciones. Crees que estás rezando y estás hablando contigo mismo. Mientras Dios no da estos dones de los que hablamos es mejor siempre partir de una lectura espiritual, o de la Palabra de Dios de cada día. O seguir los distinto tipos de oración que hemos aprendido, vocal, de meditación, recogimiento, quietud y sueño.
Para concluir, reproduzco la última frase de las cuartas moradas:
“me he alargado mucho en esta morada, porque es en la que más almas creo entran, y como es también natural junto con lo sobrenatural, puede el demonio hacer más daño; que en las que están por decir, no le da el Señor tanto lugar. Sea por siempre alabado, amén”. (M 4.3.14).
Es natural, es decir, con nuestro esfuerzo, junto con lo sobrenatural, o sea, puro don de Dios. Va mezclado.
En el siguiente post hablaremos de los “efectos”, los cambios que deben producirse en el corazón, y las diferentes formas de acción que de ahí vayan surgiendo.
Abrazos a todos.
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