Al hilo de esta forma tan particular que tenemos de vivir esta Semana Santa y de la transformación de la persona en las 4M, me gustaría compartir unas breves palabras.
En estos momentos de confinamiento la iglesia en el mundo nos pone a disposición los actos litúrgicos, para quienes queramos seguirlos desde donde estemos.
Modo particular de participar, ya que la forma es a través de una pantalla o de un audio. Nada parecido a cómo estamos acostumbrados a vivirlos. Es un aprendizaje para todos, una experiencia nueva.
Me pregunto por esas personas mayores, asiduas a ir personalmente a la Iglesia, a comulgar, a confesarse, sin tener mucha práctica con estos medios, ¿cómo lo vivirán? No tiene que serle fácil.
Exige una transformación, una mirada y atención solo a lo importante. Sin ninguna distracción, solo mirando al interior. Llamada a todos los que deseen.
Vemos al Papa, en la misa diaria en el momento de la Comunión, invitándonos a la Comunión espiritual, que consiste en orar con fe y con amor, expresando el deseo de recibir a Jesús espiritualmente.
¿No es esta la verdadera comunión? Espiritualmente en ese castillo interior que somos nosotros, castillo que Dios se ha preparado para sí. Que nos invita cada vez más a ir profundizando, ahondando nuestra relación con Él. Todos estamos invitados a entrar abriendo la puerta a través de la oración, relación de amistad con Él, donde todo se juega en las cosas que “pasan entre Dios y el alma”.
Tiempo particular, pero a la vez tiempo nuevo.
En las 4M la persona empieza a ser consciente y a experimentar la iniciativa de Dios en la relación. Somos amados antes de amar. Esto pasa en el desarrollo psíquico, en nuestros primeros vínculos: aprendemos a amar, siendo amados por nuestros cuidadores principales.
Al principio el bebé solo quiere satisfacer sus necesidades, sin importarle el otro –primeras moradas-. Las respuestas del otro van a ir dejándonos una experiencia que nos marca, que nos va generando un patrón de relación con los demás.
Internalizamos poco a poco un modo de “ser-con”. No para siempre, sino que se puede modificar a la luz de nuevas relaciones. Pero es fundamental poder contar con alguien disponible, sensible, confiable y eso nos va a ir dando seguridad.
Al principio son nuestros padres, luego podrán ser los amigos, la pareja, pero esto es necesario toda la vida. Contar con una base segura donde recurrir en momentos de alarma.
Necesitamos de los demás, somos seres en relación, y en este momento creo que lo estamos viviendo plenamente, socialmente. “Estamos todos en la misma barca”, y nos necesitamos.
Situación propicia en la que podemos intensificar, como nos habla Teresa de Jesús en las 4M, ese recogimiento que nos fortalezca nuestro interior y a nosotros, con el consiguiente debilitamiento de los sentidos.
“Estos sentidos y cosas exteriores parece que van perdiendo de su derecho, porque el alma vaya cobrando el suyo”
(4M3, 1).
Momento para
“entrar dentro de sí”
(4M3, 2),
centrarnos en Quien nos vive dentro, atentos a las cosas interiores.
Es “disposición para poder escuchar”
(4M3, 4).
Todo esto nos ayuda a despertar el amor, y el silencio interior se transforma en comunicación, en relación de descubrimiento del Otro y de nosotros mismos.
Nos hacemos más receptivos, se nos va ensanchando el alma, dándole cada vez más cabida a los demás y a Él. Y de esta forma podremos ser esa base segura para el que nos necesite.
Solo el amor dará a luz la humanidad que Dios concluyó en el envío del Hijo: “pon los ojos solo en Él”, para saber y vivir lo que somos: tan hijos de Dios como Jesús. Las señales del amor, señales de la auténtica relación/amistad/oración apuntan a la atención a los otros y a Él, el resto sobraría.
“En los efectos y obras de después se conocen estas verdades de oración, que no hay mejor crisol para probarse”
(4M2, 8).
¡Buena Semana Santa interior!
María Noel
Comentario
Muchísimas gracias por todas las reflexiones. Son preciosas!!! En este momento de gran ayuda. Gracias!!!