
María Noel nos ha ayudado en otras ocasiones. No necesita presentación. Gracias por tu aportación:
Creo que para poder evitar las distracciones, primero es importante aceptarlas. Es muy difícil, despojarnos de la propia inercia de nuestra vida.
Podemos una vez que comencemos, y se nos presente una distracción, la reconozcamos, pero no “la sigamos”. Nos detenemos, vemos que nos hemos distraído, y volvemos a lo que estábamos. Tenemos que pensar que si ya hemos entrado en el castillo, es porque hemos tenido una experiencia, y a esa tenemos que ser fieles. Determinados. “Comencé a tener oración sin saber qué era” (V 9,4). Lo importante es no posponer y no abandonar. E iremos poco a poco, desarrollando una capacidad para poder guiar nuestra atención donde queremos. Pero exige práctica, y no abandonar.
A lo que Teresa nos anima es a “entrar”, y significa, entrar en relación con Dios que vive dentro de nosotros. Estamos habitados. Y ese trato de amistad –relación-, exige un diálogo. Pensemos que siempre nos tenemos que ajustar a la capacidad del destinatario para establecer un diálogo, y Dios hace eso con nosotros. A paso de hombre. No olvidemos que Dios siempre nos precede, se adelanta a nosotros, y nuestra respuesta en la oración es ese intercambio de amor, disponiéndonos. “(…) el gran bien que hace Dios a un alma que la dispone para tener oración con voluntad, aunque no esté tan dispuesta como es menester” (V 8,4). Sabe de nuestra debilidad, pero no se queda en ella. Eso mismo tenemos que lograr nosotros.
Y a medida que avancemos en las Moradas, nos vamos a ir dando cuenta que la auténtica dificultad en la oración no viene de la psicología, sino de una exigencia de amor. El reconocernos tan amados por Dios, una vez experimentemos quiénes somos y quién es Él, nos exige respuesta fiel.
Y muchas veces eso falta en las relaciones con Dios, y sin duda con los demás. No queremos muchos “compromisos” porque nos exigen, imaginemos en el plano afectivo. Teresa nos enseñó que la oración es un trato de amistad. Nos puso delante del Amigo. Y para que sea verdadera la amistad “hánse de dar las condiciones”, y ese conformarnos a esa “imagen y semejanza” -condiciones- de Dios, es lo que cambia nuestro SER.
Deja un Comentario