Con las quintas moradas, entramos en la alta mística, es decir, en los misterios del amor adulto.
De las quintas a las séptimas seguiremos los misterios de la vida de Cristo, desde el monte de los Olivos, pasando por la Crucifixión, Resurrección y Ascensión al cielo.
Iremos de las fuentes de agua viva en las cuartas, al simbolismo del buen vino y las bodegas del Cantar de los Cantares.
Del silbido del buen pastor que nos llama, a las saetas de amor que nos lanza desde el centro del alma. De la pequeña lumbre encendida en la voluntad nacerá el fuego del amor.
Un amor que busca unión y se le da a pequeños sorbos, para que aprendamos a unir voluntades, a renunciar a los pequeños egoísmos que nos tienen esclavizados.
Llegar a encontrar el tesoro del evangelio exigirá de nosotros renuncias hasta ahora inalcanzables. No hay amor posible sin entregar algo nuestro, sin donación, sin muerte sabrosa, nos enseñará Teresa.
Buscar sin desmayo el amor a Dios y al prójimo con la máxima perfección, nos exigirá perder para ganar, entregar el yo para recuperarlo renacido, tener como único objetivo cumplir la voluntad de Dios. El Cantar y el evangelio de Juan serán nuestro compañeros inseparables.
El caminante espiritual, siervo del amor desde el comienzo, no reniega ni olvida los sacramentos de la Iglesia, tampoco la oración en sus diversas manifestaciones; quiere convertirse en verdadero amador sabiendo que, el tesoro lo lleva dentro, y se resume en una palabra: entrega, donación.
Sin olvidar las virtudes, bien arraigadas ya en una vida baqueteada y puesta a prueba en diversas penalidades.
Se presentan en cuatro capítulos del Castillo: el primero explica la unión regalada. El segundo, el gusano de seda con la entrega del yo, o muerte sabrosa. El tercero, la unión no regalada; y el cuarto introduce el símbolo del matrimonio espiritual.
En el cuarto, encontramos por primera vez el simbolismo del matrimonio espiritual. Siendo regalos de Dios muy subidos, será necesaria nuestra disposición, o preparación, por si nos los quieren dar. Algunas habitaciones, o experiencias, serán de libre acceso y asequibles a cualquiera, por ejemplo, la unión no regalada. Otras, la unión regalada, será de acceso limitado, a quien Dios se la quiera dar. Después de un aprendizaje (en todo hay más y menos), las potencias se recogen y quedan fijas en el silencio del Amor.
Hay paralelos en Vida y Camino. Cuando redacta Vida sigue la doctrina de sus maestros los recogidos, dividiendo la vida espiritual en tres partes: aniquilación, misterios de la vida de Cristo y contemplación.
La unión y la oración de quietud resumen la contemplación. La cuarta forma de regar el huerto sin ningún trabajo, porque la da el Señor con la lluvia, son todas experiencias de unión.
Será la genialidad de Teresa la que, desde su experiencia, las clasificará, ordenará y dará su impronta personal. En los cuatro capítulos mezcla elementos de lo que en el Castillo serán las quintas y sextas moradas. En los capítulos 18 y 19 podemos encontrar elementos de las quintas que incorporaremos a nuestra búsqueda. Los dos capítulos siguientes pasarán a formar parte de las sextas.
De Camino de Perfección retendremos dos cuestiones: el comentario al Padrenuestro desde la petición de hágase tu voluntad… (capítulo 32), y el comentario sobre la eucaristía de los capítulos siguientes, capítulos 33-35.
Con otras palabras, el misterio de la eucaristía se desvela en gran medida en las quintas moradas y guarda relación con buscar la voluntad de Dios en nuestras vidas. Otros libros menores de Teresa iremos comentando conforme vayan surgiendo los paralelismos.
Una última advertencia. Hay una corrección, de mano ajena en el manuscrito que merece nuestra atención. Se trata de una palabra escrita sobre otra por alguien que hace cambiar la teología de la gracia y tergiversa gravemente el pensamiento de la autora. La palabra en cuestión está en el centro de la foto. Corresponde al folio XXXVr del manuscrito.

Situemos la frase en su contexto:
“Dije «fuerzas en el alma», porque entendáis que no hacen falta las del cuerpo a quien Dios nuestro Señor no las da; no imposibilita a ninguno para comprar sus riquezas; con que dé cada uno lo que tuviere, se contenta. Bendito sea tan gran Dios. Mas mirad, hijas, que para esto que tratamos no quiere que os quedéis con nada; poco o mucho, todo lo quiere para sí, y conforme a lo que entendiéreis de vos que os han dado, se os harán mayores o menores mercedes. No hay mejor prueba para entender si llega a unión o si no nuestra oración”.
(M 5.1.3).
Teresa está explicando al comenzar las quintas la necesidad de darnos del todo al Todo. Es decir, que en una relación de amor los amantes deben entregarse del todo sin guardarse nada. Sea poco o mucho todo lo quiere el Amado.
Es la regla suprema del amor. Ahora bien, el que da primero siempre es Dios. La gracia de Dios está por encima de todas las cosas. Siempre lleva la delantera. Entonces, ella nos explica que, ante los regalos recibidos, lo primero será darnos cuenta, tomar conciencia de lo recibido y, en consecuencia ser agradecidos. Aquí aprenderemos la oración de alabanza y de acción de gracias y, en función de ese darnos cuenta, nos seguirán haciendo otros regalos de amor.
Una mano anónima interviene y cambia el sentido de la frase. De “os an dado”, pasa a “avreys dado”.
Con lo cual, la persona se convierte en la protagonista principal y en función de lo que da, recibe. La relación se convierte en un trueque de intereses, yo te doy algo para que tú me des. La salvación deja de ser un don para convertirse en una conquista del ser humano.
El censor es tardío. De pluma gruesa. Sus amigos, los censores habituales, tachan la frase que quieren corregir con una linea continua en medio de las letras, dejando el texto legible; a continuación, Teresa vuelve sobre el texto y lo tacha en forma de sierra y escribe la frase que le dictan encima.
Las monjas de Toledo y luego las de Ávila, como dijimos en Castillo Interior Breve historia del manuscrito , iban haciendo una copia mientras redactaba.
Transcriben “os an dado“. La copia de Gracián conservada en Córdoba “os es dado”. La copia de las carmelitas de Palencia, “avreys dado”. No hay duda del pensamiento original de Teresa, debe leerse “os an dado”. En algunas ediciones modernas sigue la versión equivocada.
Deja un Comentario