Entramos con los pies descalzos. Es tierra sagrada. De santos si se viven con máxima intensidad. Entramos en el mundo del amor de Dios.
Ocupan casi la mitad del manuscrito de moradas, 11 capítulos. Donde se aprende a amar, dejándose amar. Son, como todas las moradas, una manera de vivir la vida cristiana, inseparable de las demás moradas.
Su comprensión tiene dos inconvenientes: el primero, lo hemos recibido de la historia. Desde el siglo XVII la mística cayó en desgracia por algunas tendencias exageradas. Se pensó que la mística eran aguas movedizas, trampas para gentes ingenuas, incompatibles con el común sentir de la fe. La santidad era algo reservado a personas muy especiales. A los santos se les podía admirar, no imitar. El segundo inconveniente nos viene de texto mismo: Teresa está en lo alto de la mística y cuenta experiencias cumbre, vividas con una intensidad difícil de igualar.
Animo a los “verdaderos amadores”, a entrar sin miedo, leerlas con sosiego, suplicando al Espíritu Santo nos haga vivir al menos en sus modos más sencillos algo de ellas, siempre y cuando nuestro deseo de amar y ser amados vaya crecido.
“Heridos de amor”, “tiernos de amor” -dirá Teresa-, hemos de estar para poder disfrutar de un amor apasionante.
La vida se comprende desde esta atalaya como una “pena sabrosa”, una mezcla extraña de dolor y gozo. Serán tantas las penas que observaremos en nosotros y en el mundo que nos deslizarán hacía abismos infernales. Por otra parte, los consuelos y delicias se irán entremezclando con las penas y serán el motor que dé fuerza a la existencia.
Sabremos por experiencia las cruces y resurrecciones de Cristo y nuestras. Seguiremos los pasos del gran misterio de Cristo, de su pasión y resurrección, de sus ausencias y presencias. De su cruz. Subiremos a los cielos del amor, y bajaremos a los infiernos del mundo. Todo junto, unido en una gran sinfonía.
Aprenderemos a volar como el águila, no lejos de la tierra, con un ojo puesto en Dios y el otro en el barro del mundo. Jesucristo nos enseñará el arte de volar, él es el Águila por excelencia.
Presentamos con brevedad cada uno de los capítulos. Más adelante desarrollaremos la esencia de cada uno.
1.- Situación a la que ha llegado (y se encuentra) Teresa en el momento de la redacción. En medio de la vorágine de la vida, enfermedades, cansancio, opiniones a su favor y en contra, etc. Cualquier cosa menos la esperada por algunos que confunden la mística con un bienestar eterno en esta vida. A la alta mística se llega en situaciones precarias.
2.- “Pena sabrosa”. La vida en general es vista como una “pena sabrosa”. Excelente definición de la existencia, una mezcla de momentos dolorosos con otros maravillosos. Desde lo profundo del ser, (moradas séptimas), Jesucristo nos “llama“ de diferentes maneras a amar y ser amados. Generalmente a través de situaciones y personas concretas. Son llamadas (“ímpetus” dirá), o despertadores del amor. Producen una “inflamación deleitosa”, feliz manera de definir el amor crecido.
3.- “Hablas”. En una relación de amor la palabra es fundamental. En teología espiritual se le llama “locuciones”). Veremos su origen bíblico y cómo se desarrollan hasta llegar a palabras dichas en el interior por el mismo Jesús.
4.- Los capítulos 4 al 6 son diferentes formas de “arrobamientos”. Forman el núcleo de las sextas. El “arrobamiento” no es otra cosa que saberse amado del todo por Dios.
5.- “Vuelo de espíritu”La palomita aprende a volar después de saberse amada. Algo así como echarte en los brazos de quien te ama. Comienzas a comprender el cielo y recibes los primeros regalos grandes: vivir la vida de Cristo y la libertad. Se firma el “desposorio”.
6.- “Arrobamiento de alegría“. Gran disyuntiva: deseo de salir de este mundo, huir a los desiertos, o comprometerse en el servicio a los demás ayudando al Crucificado, es decir, a los crucificados del mundo.
7.- Gran defensa de la “sacratísima Humanidad de Cristo“, frente a la tendencia neoplatónica de otros “recogidos”. Reniega de aquella espiritualidad que comprende la contemplación como vacío mental, o encuentro con la nada, sin aceptar nada de los creado, incluyendo a Cristo Hombre.
8.- “Visiones intelectuales“. Una de las presencias de Cristo antes del encuentro en el otro mundo cara a cara. Tener plena conciencia de su presencia sin ver ninguna imagen interior o exterior.
9.- “Visiones imaginarias“. Consecuencia de la oración con imágenes. Presencia de Cristo recién resucitado con una imagen interior. Más peligrosa que la anterior, el demonio puede infiltrarse con más facilidad. La cumbre se alcanza por puro don cuando la imagen cobra vida y puedes tener una conversación con Él.
10.- “Suspensión en Dios”. Un don de Dios que permite comprender la vida del cielo y las verdades de fe por intuición.
11.- Noche oscura teresiana. No sabemos del amor sin conocer el desamor. Bajada al mundo del mal, a los infiernos, a la ausencia de Dios. Culminación del aprendizaje de la compasión y la solidaridad.
(La foto preciosa es del fotógrafo amigo Bali)
(La preciosa imagen llena de simbolismo es del fotógrafo y amigo Bali)
4 Comentarios
Aprenderemos a volar como el águila,con un ojo puesto en Dios y otro en el barro del mundo
Me hago mucho lío con estos nuevos medios y creo que no he contestado al comentario que hiciste hace tiempo y que ahora veo.
Sí, eso vamos a intentar. Sigues los poste que voy colgando? Un gran abrazo en Cristo
Gracias «despertador» muy claro y sugerente
Hola María José: Esto no hay quien lo entienda y no sé si te había contestado antes. En cualquier caso. Muchos besos