De la noche a la mañana, en pleno comentario de las cuartas moradas, nos encontramos encerrados en nuestras casas, sin poder salir, con las Iglesias cerradas en muchas diócesis del mundo.
Somos testigos del esfuerzo de tanta gente anónima en hospitales y servicios diversos que sostienen la vida silenciosa de las ciudades. Y de otros muchos que sufren y mueren sin el cariño cercano de sus familiares.
Asimilar lo sucedido nos va a llevar tiempo, y todavía más extraer las consecuencias. De repente, nos vamos dando cuenta de que somos templo sagrado de Dios y que nuestra casa y el corazón de cada cristiano se han convertido en Iglesia.
Como el pueblo judío descubrió una nueva forma de vivir en el exilio a Babilonia, los cristianos actuales, juntos, iremos descubriendo una nueva forma de vivir, el estilo de vida enseñado por Jesús.
Con la humildad de quien se sabe impotente ante la tragedia, suplicamos al Espíritu Santo que nos haga experimentar su Amor (cuarta morada), y nos dé la fuerza necesaria para aprender a vivir siguiendo a Jesucristo.
Jesús nos aporta un programa de vida, del que juntos vamos a intentar concretar cómo aplicarlo.
El pueblo judío descubrió muy pronto que el Dios en quien creían se manifestaba en la historia. Leían los acontecimientos unos hombres y mujeres que habían tendido una relación estrecha con Dios. Eran los profetas. Gentes libres, sin ninguna atadura, con una tendencia clara a defender a los últimos y criticar a los poderosos cuando era necesario. Capaces de sacar de los acontecimientos lecciones para la vida. Anunciaban y denunciaban, nunca callaban.
Para un cristiano, el profeta por excelencia es Jesucristo. Durante su vida tuvo la ocasión de aprender de los profetas anteriores y, cuando llegó el momento de salir a la vida pública, no inventó todo.
Nos propuso una forma de vivir siguiendo la tradición de los profetas y copió de ellos muchas de sus sugerencias.
El programa de vida que nos propone está copiado del libro de Isaías.
El relato de Lucas nos cuenta que entró en la sinagoga y se puso a leer un texto. No nos dice la duración de la lectura, únicamente reproduce un fragmento, posiblemente leería mucho más. Si nos detenemos a comparar el texto del evangelio de Lucas, observamos que Jesús en su programa de vida copia literalmente a Isaias III, excepto una frase, la que equivale a que Dios un día se tomará el desquite. Jesús elimina de Isaías esa frase porque el profeta de los profetas no admite un Dios vengativo o violento. (Las citas son de la Biblia del Peregrino Latinoamericana).
Lc 4, 16-17 Fue a Nazaret, donde se había criado, y según su costumbre entró un sábado en la sinagoga y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías. Lo abrió y encontró el texto que dice:
18 El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido
para que dé
la Buena Noticia a los pobres;
me ha enviado a anunciar
la libertad a los cautivos
y la vista a los ciegos,
para poner en libertad a los oprimidos, 19 para proclamar
el año de gracia del Señor.
20 Lo cerró, se lo entregó al ayudante y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. 21 Él empezó diciéndoles: —Hoy, en presencia de ustedes, se ha cumplido este pasaje de la Escritura.
Los predilectos en esa forma de vida que él propone no son los poderosos, sino los últimos de la sociedad, los pobres a quienes se les anuncia una buena noticia, los pecadores, etc. Por su forma de nacer y de vivir el hijo de Dios nos enseña a ver la vida desde abajo, desde los pies sucios de los apóstoles.
Isaías lo había explicado así:
61,1-El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar
una buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar
la liberación a los cautivos
y a los prisioneros la libertad,
2 para proclamar
el año de gracia del Señor,
el día del desquite de nuestro Dios; para consolar a los afligidos;
3 para cambiar su ceniza en corona,
su luto en perfume de fiesta,
su abatimiento en traje de gala.
Los llamarán Robles del Justo, plantados por el Señor, para su gloria.
Si seguimos leyendo el texto de Isaías nos damos cuenta que después de esa primera versión hay otra en paralelo, similar a la anterior, pero vista desde la óptica del amor, en concreto del matrimonio de Dios con su pueblo. Será la visión predilecta del evangelio de Juan, aunque también está recogida por los evangelios sinópticos. También la adoptada por los místicos, con Teresa de Jesús incluida.
61.10 Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto
en un manto de triunfo,
como novio que se pone la corona
o novia que se adorna con sus joyas (…).
62,1 Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que irrumpa
la aurora de su justicia
y su salvación brille como antorcha.
3 Serás corona espléndida
en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.
4 Ya no te llamarán la Abandonada ni a tu tierra la Devastada,
a ti te llamarán mi Preferida
y a tu tierra la Desposada,
porque el Señor te prefiere a ti,
y tu tierra tendrá esposo.
5 Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra
el esposo con su esposa
la encontrará tu Dios contigo.
La venida de Jesucristo tiene en el evangelio de Juan una obertura en el primer capítulo, grandiosa, wagneriana. En ella se nos descubre en resumen todo el evangelio. Jesucristo es la luz y la vida que viene al mundo y los suyos no lo recibieron, y quienes lo recibieron son hijos de Dios. El capítulo segundo nos llena de alegría al conocer que estamos de boda: en la boda de Caná está Jesús con su madre en los comienzos de una nuevo mundo donde habrá buen vino. El Hijo vino al mundo a culminar un matrimonio espiritual. Es la vía que seguirá santa Teresa de Jesús de modo preferente.
Esta es una parte del programa de vida de Jesucristo que juntos hemos de aplicar en estos tiempos. Se completa con las Bienaventuranzas y la oración del grupo, el Padrenuestro. Toda su vida relatada en los evangelios no es sino la concreción de ese estilo de vida. Que la Virgen María nos ayude.
(Continuará)
4 Comentarios
Gracias Padre Antonio por traernos al profeta de la Esperanza a nuestras casas y recordarnos cómo ahora somos templo de Dios y nuestros hogares , Iglesia.Nos toca ser adultos en la fe y vivir en Verdad en medio del dolor y la muerte.
Desde nuestras casas y desde el dolor inmenso y la impotencia, cambiamos el corazón a imagen de Jesús para que nazca un nuevo mundo. Unidos en la cruz, recibe un fuerte abrazo.
Aquí en Madrid estamos abatidos por olas de muerte, gente a la que se está dejando morir por no tener respiradores.La verdad es que es muy duro. Intento entrar en mi castillo interior pero es como si se hubiese derrumbado.
Querida María Jesús: Te entiendo perfectamente. Yo he estado unos días en estado de shock. Nos acompañamos en el dolor… y la esperanza. Un gran abrazo