En repetidas ocasiones hemos mencionado la unidad de las tres primeras moradas. A partir de las cuartas comienza una nueva etapa de la que pronto hablaremos. Al final de las terceras se nos ofrece la primera alegría de vivir en cristiano. Teresa de Jesús le llama “contentos“, para diferenciarlo de los “gustos“, propio de las cuartas moradas.
Es un don de Dios, como todo lo que vivimos, pero ha necesitado una colaboración nuestra. Llevamos tiempo practicando las tres primeras moradas y de repente, nos sentimos alegres de ser cristianos.
Se puede recibir el don en la oración o fuera de ella. Y se le llama “contentos” porque llegar a ella nos ha costado algo, perseverancia en la oración de recogimiento, deseo de parecernos y seguir a Jesucristo, crecimiento en las virtudes, decidirnos a seguir a Jesús con la mayor perfección que podamos, etc. Muy posiblemente lo hayáis vivido la mayoría.
Las diferencias entre una experiencia y otra es en ocasiones delgada. Los contentos, siendo de Dios, necesitan de nuestra colaboración y esfuerzo. Las mercedes que recibamos de las cuartas moradas en adelante son puro don de Dios. Teresa ahí encuentra una pequeña diferencia y nos la hace entender para no confundirnos. La descripción mejor de contentos la encontramos al comienzo de las moradas cuartas:
“Pues hablando de lo que dije que diría aquí, de la diferencia que hay entre contentos en la oración de recogimiento o gustos, los contentos me parece a mí se pueden llamar los que nosotros adquirimos con nuestra meditación y peticiones a nuestro Señor, que procede de nuestro natural, aunque en fin ayuda para ello Dios, que hase de entender en cuanto dijere que no podemos nada sin El; mas nacen de la misma obra virtuosa que hacemos y parece a nuestro trabajo lo hemos ganado, y con razón nos da contento habernos empleado en cosas semejantes. Mas, si lo consideramos, los mismos contentos tendremos en muchas cosas que nos pueden suceder en la tierra”.
Es decir son vivencias humanas, semejantes a la alegría que nos dan algunas cosas de la vida:
“así en una gran hacienda que de presto se provea a alguno; como de ver una persona que mucho amamos, de presto; como de haber acertado en un negocio importante y cosa grande, de que todos dicen bien; como si a alguna le han dicho que es muerto su marido o hermano o hijo y le ve venir vivo. Yo he visto derramar lágrimas de un gran contento, y aun me ha acaecido alguna vez. Paréceme a mí que así como estos contentos son naturales, así en los que nos dan las cosas de Dios, sino que son de linaje más noble, aunque estotros no eran tampoco malos. En fin, comienzan de nuestro natural mismo y acaban en Dios”. (M 4.1.4).
Al final de la segunda morada Teresa nos ha advertido del peligro de convertir la vida espiritual en la búsqueda de deleites y gratificaciones. El termómetro de la vida espiritual está en la transformación personal y en la acción amorosa hacia el prójimo. No nos viene mal recordarla:
“no está la perfección en los gustos, sino en quien ama más, y el premio lo mismo, y en quien mejor obrare con justicia y verdad” (M. 3.2.10).
Dicho esto, bienvenido sea este primer regalo que nos encamina hacia una vida feliz de entrega a los demás.
Recuerdo que, en una ocasión y a una hora intempestiva, me llamó una mujer cuyo marido se había ido a por tabaco dejándola sola con dos niños. Recuperó el camino de la fe en Dios y llamaba porque después de acostar a los niños se había puesto a rezar un rato y, de repente, se había echado a llorar de alegría. Al parecer no eran lágrimas de alegría por la desaparición del fumador, sino por el reencuentro con el Señor. Opiné que era normal y fruto de la oración que llevaba practicando un tiempo.
En Camino de Perfección también encontramos pistas para entender este don en parte conseguido por nuestro esfuerzo. Lo encontramos en los capítulos 28 y 29:
“Pues hagamos cuenta que dentro de nosotras está un palacio de grandísima riqueza, todo su edificio de oro y piedras preciosas, en fin, como para tal Señor; y que sois vos parte para que este edificio sea tal, como a la verdad es así, que no hay edificio de tanta hermosura como una alma limpia y llena de virtudes, y mientras mayores, más resplandecen las piedras; y que en este palacio está este gran Rey, que ha tenido por bien ser vuestro Padre; y que está en un trono de grandísimo precio, que es vuestro corazón”. (C 28.9).
“Poned los ojos en vos y miraos interiormente, como queda dicho; hallaréis vuestro Maestro, que no os faltará, antes mientras menos consolación exterior, más regalo os hará. Es muy piadoso, y a personas afligidas y desfavorecidas jamás falta, si confían en El solo.Así lo dice David, que está el Señor con los afligidos. O creéis esto o no. Si lo creéis, ¿de qué os matáis? (C 29.2).
“cuando esta alma dentro de sí quiere entrarse en este paraíso con su Dios, y cierra la puerta tras sí a todo lo del mundo. Digo «quiere», porque entended que esto no es cosa sobrenatural, sino que está en nuestro querer y que podemos nosotros hacerlo con el favor de Dios, que sin éste no se puede nada, ni podemos de nosotros tener un buen pensamiento” (C 29.4).
Estas primeras alegrías de ser cristianos se irán concretando a los largo de las moradas siguientes, hasta llegar a vivir con la ayuda de Dios la máxima intensidad de la fiesta en M. 6.6, los arrobamientos de contento, o ímpetus de alegría.
¡¡Muchos ánimo a todos y a seguir perseverando en la vida espiritual!! Estamos a punto de saltar a la vida mística. Falta por hacer una advertencia antes de entrar en las cuartas. Y saltamos a lo “sobrenatural” como ella nos va a explicar.
Itinerario Espiritual
Si te unes por primera vez a esta aventura de amor humano y divino, lee las entradas desde el principio del Blog.
No encontrarás una especie de recetario de cocina, ni un conjunto de normas.
Sí te garantizo que encontrarás una forma de vivir, en amistad con Jesucristo, de la mano de Teresa de Jesús.
Sea cual sea tu situación de partida, eres bienvenido.
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