Seguimos en las quintas moradas, buscando la unión con Dios. Conforme vamos recibiendo el amor gratuito de Dios y lo experimentamos de diversas maneras (con unión regalada o no regalada), respondemos entregando al Señor y a los demás nuestra vida entera; con ellas se van produciendo pequeñas uniones cada vez más profundas. En la misma medida que vamos dando, morimos al egoísmo y va naciendo una palomita o mariposa. La paloma busca reposo y, por otra parte, quiere volar alto (M 5.4.1-2).
No le bastan a Teresa estas explicaciones, necesita introducir un nuevo símbolo matrimonial. Lo explica en el centro del capítulo (M. 5.4.3-5):
“Presupuesto que el concierto está ya hecho y que esta alma está muy bien informada cuán bien le está y determinada a hacer en todo la voluntad de su Esposo de todas cuantas maneras ella viere que le ha de dar contento, y Su Majestad, como quien bien entenderá si es así, lo está de ella, y así hace esta misericordia, que quiere que entienda más y que -como dicen- vengan a vistas y juntarla consigo. Podemos decir que es así esto, porque pasa en brevísimo tiempo. Allí no hay más dar y tomar, sino un ver el alma, por una manera secreta, quién es este Esposo que ha de tomar; porque por los sentidos y potencias en ninguna manera podía entender en mil años lo que aquí entiende en brevísimo tiempo; mas como es tal el Esposo, de sola aquella vista la deja más digna de que se vengan a dar las manos, como dicen; porque queda el alma tan enamorada, que hace de su parte lo que puede para que no se desconcierte este divino desposorio“ (M 5.4.4).
Debemos tener en cuenta las características del matrimonio en las clases altas de la sociedad, a las que Teresa pertenece. El matrimonio por amor era algo extraño en aquella sociedad, hubo que esperar hasta el siglo XVII para que se divulgara.
Lo habitual era un proceso en cuatro momentos: “Concierto”, “venir a vistas”, “desposorio” y “matrimonio”. Este proceso se daba en las clases altas de la sociedad; desconocemos lo que sucedía en las clases humildes, aunque es de suponer que no seguían estas normas.
El “concierto” era un acuerdo entre padres cuando los niños comenzaban la adolescencia. Los niños podían no conocerse porque la decisión de los padres estaba influida por buscar alguien de su misma clase social, o superior, y los intereses económicos estaban por encima de cualquier otra consideración. Un acuerdo inicial que marcaba la existencia para siempre de los niños.
El siguiente paso era el “venir a vistas”. Este paso es el que Teresa destaca en el capítulo cuarto. Un encuentro entre las dos familias con los niños presentes. Se intercambiaban regalos y los chicos podían verse en persona por primera y última vez hasta que llegara el siguiente paso. Es el momento más importante en la experiencia de Teresa, porque, de repente y por muy breve tiempo “ve” al Cristo que será su esposo. “Dar las manos” entre los adolescentes formaba parte del ritual.
El “desposorio” equivale al matrimonio; hay un firme compromiso boda, aunque ni viven juntos, ni se ha consumado el matrimonio. Al desposorio pertenecen los 11 capítulos de las sextas moradas. En el caso de Teresa se confirma el desposorio libre con Jesucristo tras haberse sentido totalmente amada (lo veremos en M 6.4-6).
En el matrimonio pasaban a vivir juntos y se consumaba la unión.
Como los tiempos cambian una barbaridad, en el siglo XVI el color moreno de la piel era signo de pobreza, propio de quienes trabajaban en el campo. Una señorita bien debía tener la piel blanca como la nieve. Tomar baños de sol fue una solución excelente para Catalina, a la que habían desposado a los doce años, sin su consentimiento: “No hacía sino entrarse a un corral y mojarse el rostro y ponerse al sol, para que por parecer mal la dejasen los casamientos que todavía la importunaban” (Fundaciones 22.10).
Las aventuras de la adolescente Casilda de Padilla desposada con un tío suyo son para leerlas. A su esposo y tío, suponemos que muy mayor que ella, le tenía cariño, pero ella había decidido hacerse carmelita. Fueron tantas las peripecias y sufrimientos que hubo de pasar para librarse del marido que, incluso la fuerza pública la sacó del monasterio donde se había escapado. Al final consiguió ser religiosa contemplativa (Fundaciones 10-11).
En las quintas moradas nos explica Teresa la primera vez que ve al que será su esposo, Jesucristo. Volvemos a este suceso. El matrimonio le parece una comparación grosera, “porque todo es amor con amor, y sus operaciones son limpísimas y tan delicadísimas y suaves, que no hay cómo se decir, mas sabe el Señor darlas muy bien a sentir” (M 5.4.3).
Con el “venir a vistas” ve a Cristo por vez primera. Para comprender este acontecimiento hay que recurrir a la lectura de M 6.9, donde se explican las visiones imaginarias; y a V 28 donde explica las primeras veces que tiene visiones con imagen.
Explicaremos con más profundidad qué son las visiones imaginarias cuando lleguemos a las moradas sextas (muy pronto). De momento nos basta con saber que algo propio de las sextas pasa a formar parte de las quintas por ser la primera vez que sucede.
Detrás de todo esto hay una base firme que Teresa va a desarrollar hasta el final: primero, la aceptación de la religiosidad popular; segundo, la oración frecuente durante años apoyada en imágenes. Teresa es la primera y única santa -que yo sepa-, que ha llevado la religiosidad popular hasta la santidad. En su itinerario espiritual, desde la sacratísima Humanidad de Cristo, las estampas e imágenes devotas acompañan al cristiano hasta las séptimas moradas.
En un proceso de largos años, las imágenes se van seleccionando hasta formar un iconostasio, (conjunto de imágenes predilectas). Con ellas y desde ellas se reza en ausencia de un cara a cara con Jesucristo. Se reconoce la presencia en la ausencia de varias maneras: la presencia de Jesucristo sin imágenes, es decir, la certeza de estar en compañía de quien quieres y te quiere, sin ver nada, ni con los ojos del cuerpo, ni del alma. A esa experiencia, humana donde las haya, las denomina visiones intelectuales (siguiendo la doctrina establecida por san Agustín).
Si van acompañadas de imagen las llama visiones imaginarias. La que cuenta en el capítulo cuarto es una imaginaria; dura muy poco tiempo y sólo por una vez. En las sextas tanto las intelectuales como las imaginarias se darán con mucha frecuencia. Ve a Cristo vivo, recién resucitado, con su Humanidad transformada.
La presencia cara a cara se dará, Dios mediante, en el otro mundo. Mientras, disfrutamos de la presencia real y personal en la Eucaristía (por eso creo que en las quintas es cuando comenzamos a valorar la eucaristía, hasta el punto de ser el centro de la vida cristiana). Y derivado de ella, las intelectuales (más seguras ante los ataques del demonio), e imaginarias (más peligrosas; pueden ser producto de la fantasía o la enfermedad).
Intentaré explicar el desarrollo de la oración con imágenes. Todos usamos imágenes en nuestra vida, mejor dicho, las imágenes son esenciales en nuestros tiempos. Vemos a miles en la TV, llevamos fotos de nuestras personas queridas en la cartera. En las mesillas y salas de estar abundan fotos y recuerdos.
Si os digo que cerréis los ojos y pongáis en vuestra mente la foto de un ser querido, la mayoría conseguirá ver la imagen en la mente. Ahora bien, será una imagen fija. Lo mismo sucede con la oración con imágenes. A base de rezar desde la contemplación de una imagen predilecta, en poco tiempo no costará nada reproducirla en la mente con los ojos cerrados sin tener delante la estampa. Teresa las llama imágenes “muertas”.
Hasta aquí no hay nada de extraordinario. No hay nada más humano… y más divino. Nos hará mucho bien llevar en la mente la imagen del Cristo, sobre cuya estampa hayamos rezado.
Puede suceder que la imagen aparezca sin buscarla, sin haber decidido llevarla en la mente. Inesperadamente. Seguirá siendo una imagen fija, pero la diferencia es notable. Es un gran don del Espíritu Santo, aunque aún no estamos en la visión imaginaria.
Así pueden pasar años, o toda la vida. A Teresa le pasa algo que es “pa nota”: La imagen, de repente, empieza a cobrar vida transformada; comienza a mostrar su cuerpo glorificado, como andaba en el mundo o después de resucitado, siempre glorificado. Rodeado de luz, una luz especial, parecida a un blanco mate:
“Cuando nuestro Señor es servido de regalar más a esta alma, muéstrale claramente su sacratísima Humanidad de la manera que quiere, o como andaba en el mundo, o después de resucitado; y aunque es con tanta presteza que lo podríamos comparar a la de un relámpago, queda tan esculpido en la imaginación esta imagen gloriosísima, que tengo por imposible quitarse de ella hasta que la vea adonde para sin fin la pueda gozar (…) Aunque digo imagen, entiéndese que no es pintada al parecer de quien la ve, sino verdaderamente viva, y algunas veces se está hablando con el alma y aun mostrándole grandes secretos. Mas habéis de entender que aunque en esto se detenga algún espacio, no se puede estar mirando más que estar mirando al sol, y así esta vista siempre pasa muy de presto” (M 6.9.3-4).
En dos ocasiones nos cuenta que fue “la primera vez” que lo vio. Una sucede antes de su segunda conversión, estando en el locutorio con algún hombre, hablando de tonterías: “representóseme Cristo delante con mucho rigor, dándome a entender lo que de aquello le pesaba. Vile con los ojos del alma más claramente que le pudiera ver con los del cuerpo, y quedóme tan imprimido, que ha esto más de veinte y seis años y me parece lo tengo presente” (V 7.6).
La segunda, en todo el capítulo 28 y parte del 29 de Vida (V 28-29.1-7). Se le muestran las manos, luego el rostro, después “todo entero”.
“Un día de San Pablo, estando en misa, se me representó toda esta Humanidad sacratísima como se pinta resucitado, con tanta hermosura y majestad” (V 28.3).
A diferencia de las visiones con imagen fija, ahora la imagen es viva:
“Bien me parecía en algunas cosas que era imagen lo que veía, mas por otras muchas no, sino que era el mismo Cristo, conforme a la claridad con que era servido mostrárseme. Unas veces era tan en confuso, que me parecía imagen, no como los dibujos de acá, por muy perfectos que sean, que hartos he visto buenos (…) hay la diferencia que de lo vivo a lo pintado, no más ni menos. Porque si es imagen, es imagen viva; no hombre muerto, sino Cristo vivo; y da a entender que es hombre y Dios; no como estaba en el sepulcro, sino como salió de él después de resucitado; y viene a veces con tan grande majestad, que no hay quien pueda dudar sino que es el mismo Señor, en especial en acabando de comulgar” (V 28.7-8).
La cuestión creo que queda clara, Cristo se aparece en persona con imagen viva. Teresa quiere acabar la oración de unión de las quintas con la primera vez que ve a Jesucristo con imagen viva. Esta forma de comunicarse se entenderá mejor cuando entremos en las sextas moradas.
Algunas reflexiones personales para el común de mártires
Estamos en las puertas de las sextas moradas, allí donde la mariposa va a aprender a amar dejándose amar. Se nos adelanta a las quintas la primera vez que ve a Cristo por visión imaginaria. Sobrecoge la profundidad de las vivencias de esta mujer de Dios.
No he conocido en mi vida a nadie que haya tenido este tipo de visiones de manera continua. Sí he encontrado a personas que han tenido visiones de diferente tipo, sin estar enfermas.
Suelen acudir mucho tiempo después del suceso. Vienen avergonzadas, lo cuentan como el mayor de los secretos nunca dicho. Temen que las tomes por locas. Lo digo en femenino, porque la mayoría son mujeres sencillas. En las imágenes que ven siempre hay luz, distinta a la de aquí. En ocasiones son con imagen más o menos definida. Suelen ser de Cristo o de la Virgen María. Imagen que se acerca con cariño, las mira con amor. Les deja mucha paz.
La vergüenza que sienten al contarlo es signo de credibilidad. La prueba definitiva son las consecuencias que ha traído consigo. Si en la vida que llevan ha aumentado la fe y, sobre todo, se ha comprobado en el amor a los demás y en el secreto (no lo cuentan a nadie), hay muchas posibilidades de que sea de Dios. Y lo que hay que aconsejar es que den gracias a Dios, no le den importancia, ni nunca se sientan superiores por eso. La totalidad tiene su fe arraigada en la religiosidad popular y cultivan la oración con imágenes.
Con Teresa en la mano se podría y debería hacer una pedagogía popular desde la imagen religiosa. Me parece vergonzoso que la Iglesia no la haya desarrollado con la cantidad de santuarios marianos que tenemos y la riqueza de iconografía conservada. De momento, hemos de comenzar por respetar, valorar y aprender de la religiosidad popular. En la Iglesia, también en el siglo XVI, son muy escasos los maestros de espiritualidad que valoren la religiosidad popular y desarrollen un itinerario espiritual. Teresa aparece como una maestra excelente en este terreno, sin que la investigación al respecto esté avanzada.
No conozco a ningún cristiano de los supuestamente cultos que tengan ninguna de las visiones que estamos hablando.
Debemos distinguir con claridad las visiones de las proyecciones, o somatizaciones. Por ejemplo, en la crisis del 2008 acudió a la parroquia un matrimonio con dos hijos, muy alejados de la Iglesia. Resulta que un negrito se acercaba a la mujer cuando dormía, le apretaba la garganta con las manos y la ahogaba, hasta que despertaba.
La cara del marido cuando ella lo contaba era un poema. El pobre hombre no sabía cómo explicarme que él no era el negrito. Pronto cambié la conversación, quitando importancia al hecho, suponiendo, como así fue, que se trataba de una proyección de algún problema que tenían en la vida real.
Estaban todos en paro y habían gastado los ahorros de toda la vida en ayudar a sus hijos. La mujer estaba tan preocupada por la alimentación de sus hijos y nietos que se le venía el mundo encima, somatizando un problema real. Con oraciones vocales muy sencillas, padrenuestro y avemaría, asistencia regular a la eucaristía y a un grupo de cristianos, más solucionar por medio de la Iglesia sus carencias alimenticias, pronto desaparecieron esas pesadillas que tanto le hicieron sufrir. Luego encontraron trabajo y todo se normalizó. Ahora queda un gran cariño con toda la familia, en especial con una nieta, con suficiente edad en aquella época como para comprender el gran apuro que habían pasado sus padres y abuelos. Le di la primera comunión poco después, e hicimos una gran fiesta.
Otra cosa. La vida te enseña que los enfermos mentales (p.e. esquizofrenia), también ven visiones y escuchan palabras. La tentación es quitártelos de encima y mandarlos al psiquiatra. Algo que debemos hacer sin dudar. Pero sin quitarnos el problema de encima. La fe cristiana, cuando no está centrada en la culpa y el miedo, sino en el amor de Dios, es profundamente liberadora. Debemos atenderlos y acompañarles en su vida espiritual. Puede ayudarles mucho para no hacer daño a nadie, ni a ellos mismos. Porque son hijos de Dios clavados a la cruz.
Quedan muchos frentes abiertos para una necesaria investigación. Dentro de mis conocimientos limitados he estudiado un poco la Programación Neurolinguística (PNL). Son nuevas técnicas terapéuticas que se sirven de la imagen mental. Partiendo de que el cerebro es un continente desconocido, el interés por la imagen y sus posibilidades crece a diario.
Creo que la ciencia debería tener en cuenta la mística de santa Teresa a partir de las moradas quintas, e investigar la función de la imagen en ella y sus repercusiones en la salud de las personas. Intuyo el valor sanador de la imagen (sin hacer del cristianismo una terapia) en los escritos teresianos (en EEUU le llaman cristoterapia. Al hacer la tesis descubrí un trabajo de doctorado realizado por un polaco, que espero leer bien antes de llegar a explicar el capítulo nueve de las sextas moradas. Os contaré la intuición y su desarrollo posible.
Una nueva sugerencia. El matrimonio humano puede verse enriquecido con la mística teresiana. Si el matrimonio guarda cierto parecido con la mística, ésta puede ayudar a vivir el amor humano de una manera más profunda. El primer y único ensayo que conozco lo escribió un marido amante también de la Santa. El libro se puede descargar gratis de internet.
¡¡¡Un fuerte abrazo a los seguidores del itinerario espiritual!!!
3 Comentarios
Gracias Padre Antonio.
Extraoridinarua explicacion.
Deseamos conbtoda el alma seguir el camino de oración Teresiana.
Es usted un guia impresionante. Dios lo guarde!!! Muchas gracias.
Querido Jaime: Disculpa la tardanza en contestarte. Me sube el ánimo tu mensaje, porque desde que hemos entrado en la alta mística, menos gente se arriesga a seguir este camino espiritual de Teresa de Jesús. Y no es otra cosa que convertir las tres primeras moradas en un itinerario de amor profundo. Desde que comenzó la pandemia hemos puesto en mi parroquia una tarde de oración en silencio, a propuesta de una viuda, cuyo marido enterramos de mala manera. La propuesta va calando y no me deja de impresionar el silencio absoluto que se crea en nuestra capilla del siglo XIV durante casi hora y media. Debemos animarnos unos a otros a seguir a Jesucristo con perfección.
No dejes de escribirme, también para darme ideas que mejoren el blog.
Un abrazo en el amor que no da gratis Jesús nuestro Señor.
Querido Jaime: La verdad es que no me muevo con soltura en estos medios y no sé si te he contestado. Muchas gracias por tus palabras que me dan aliento, porque no siempre es fácil entender a mi edad estos medios de comunicación. Cuentas conmigo en todo lo que pueda ayudarte. Un gran abrazo en estos tiempos recios que diría la Santa.