La psicóloga María Noel es conocida por los lectores de este blog desde sus comienzos. Añado su curriculum para conocimiento de quienes se han unido posteriormente. A mi entender es una autoridad, al unir a su especialidad psicológica la de experta en los místicos carmelitas. Desde aquí le agradezco su colaboración.

6M, 1-3, una aproximación desde lo psicológico
Siguiendo con atención el aporte que el P. Antonio Mas hace a las Sextas Moradas, intento acercar esta reflexión personal teniendo en cuenta que son unas Moradas donde aparecen fenómenos psíquicos importantes y particulares.
Como sabemos con la Santa fue tendencia, fundamentalmente a partir del S XIX, atribuirle enfermedades mentales que explicasen su misticismo. Es un riesgo en profesionales de la salud mental el tomar categorías clásicas de la fenomenología psiquiátrica construidas exclusivamente en torno a la descripción de síntomas, ya que eso produce un proceso simplificante y reduccionista. De esta manera, podemos descuidar la complejidad y diversidad que hay en cada una de ellas, lo que de tenerse en cuenta llevaría a preguntarnos qué es lo que hay de diferente más allá del denominador común sintomático.
A partir de aquí, contemplar los diferentes caminos de la psicogénesis por los cuales se llega al síntoma, resulta ser lo más respetuoso con la persona y su propia historia.
Esto Teresa lo aporta sencillamente en su forma de acercarse a estos fenómenos que la desbordan, pero con los cuales demuestra una coherencia y autenticidad a lo largo de toda su vida. Nada de lo que le ha pasado afectó a su conciencia de la realidad, a sus facultades mentales. Su personalidad permaneció equilibrada durante toda su vida.
Profundamente humana, cercana y con unas virtudes relacionales fuera de lo común, Teresa de Jesús, tuvo muchas enfermedades, pero demostró plenamente con su vida que pueden estar al servicio de un crecimiento personal y espiritual. Esto es producto de una buena salud mental.
Una sencilla clave de estas Moradas, la pone Teresa en el título del capítulo 2: “Maneras con que despierta nuestro Señor al alma”. Ella misma centra su experiencia en un Dios que se apodera del escenario de la persona, de lo más íntimo. Es un Dios vivo, activo, creativo, no monocorde, que nos “despierta” para iluminar más hondamente y fortalecer el deseo de unión transformante, “quiere Dios que lo deseen más” (6M 1,1). Todo lo que no vaya favoreciendo a esa unión con el Otro/otro, queda afuera.
Estas Moradas son la antesala para el matrimonio espiritual, el más alto grado de unión que se puede llegar en esta vida. El desposorio es fundamentalmente un conocimiento de Dios en profundidad, que enamora más y más, acelerando las respuestas del hombre en vistas a esa unión total.
Matar al hombre viejo –gusano-, morir a todo nuestro egocentrismo para lograr una entrega absoluta al otro. Trabajo arduo. Pero este es el fin de los fenómenos místicos. Dejar grandes efectos que se van a traducir en cambios positivos en la persona. El amor purifica de todo lo que no es amor. Muchos son los caminos, las “maneras”. El término es el mismo: la unión con Dios y una profunda relación interpersonal con los demás.
Para eso siempre es necesaria la colaboración pasiva-activa de la persona: acoger la gracia (actitud receptiva) y responder implicándose en el desarrollo de lo recibido. Todos recibimos la gracia necesaria para llegar a la “verdadera unión”, no todos recibimos “las gracias “sobrenaturales”.
Dios a todos se nos da. La forma en que se nos da es accidental, siendo para cada uno el camino más adecuado el que nos propone. Nuestra actitud tiene que ser de permanente apertura, de receptividad, sin reducirnos a un signo o fenómeno concreto. En una relación de amor, las experiencias psicológicas o fenómenos místicos –fervores, sequedad, contentos, ternura-, pierden valor en sí mismos. Lo importante es lo que puedan ayudar a la persona a vivir más intensa y gratuitamente, esa relación con Dios y con los demás. Fortalecerla para ello, para más amar y servir a los demás.
La doctora mística nos invita a ver que solo la calidad del amor es lo que cuenta. Estos son los “efectos” –virtudes- que van configurando a la persona que entra en el misterio de Dios.
María Noel
(La fotografía es de una compañero y amigo de la adolescencia, Miguel Sanz Encinas. Para ambos un rincón predilecto del Valle de Tena (Huesca), el pantano de Lanuza. La música es de Verdi, interpretada por la soprano, Anna Netrebko)
Deja un Comentario