Si la oración es la puerta de entrada en el Castillo Interior, la transformación de la persona y la acción son sus consecuencias prácticas. Ambas se convierten en el mejor termómetro para discernir si la vida espiritual es liberadora o si sigue esclavizando a las personas. Es decir, la verificación de la vida espiritual se hace desde sus consecuencias prácticas. En los escritos de santa Teresa de Jesús hay una palabra clave: los efectos.
Si al leer sus escritos te encuentras la palabra efectos, ten por seguro que la autora está cambiando de registro, pasando de la explicación del grado de oración, a los cambios que deben producirse en el corazón, y las repercusiones que tendrá en su comportamiento, es decir, en la ética.
Mediante la meditación de los misterios de la vida de Cristo, siempre siguiendo su sacratísima Humanidad, se van desprendiendo diversas actitudes de Cristo, llamadas virtudes por Teresa. El cúmulo de todas es el estilo de vida de Jesucristo, una forma de vivir que el cristiano debe aprender, asimilar y dejar que progresivamente se hagan vida.
El cristianismo se desvirtúa sin ellas, la vida cristiana se convierte en una escapatoria de la realidad, una evasión fatal, un camino hacia el descrédito del cristianismo, un falso camino de salvación. Es más difícil discernir la autenticidad de la vida espiritual en sí misma, que descubrir si la práctica de la oración nos va cambiando el corazón y de ahí la acción. Por ejemplo, nadie tiene derecho a negar la autenticidad de una aparición de la Virgen María. Podemos requerir a la persona detalles de esa aparición. Pero lo que es definitivo a la hora de discernir la autenticidad son las consecuencias prácticas. Si como consecuencia de la aparición de la Virgen, la persona monta un tenderete en la puerta de la Iglesia y pregona sus visiones, es claro indicio de no ser de Dios. La vergüenza a contarlo, el silencio y el crecimiento en el amor con las personas que convive, son signos claros de autenticidad. Estos sí pueden verificar la experiencia, en sí siempre es ambigua.
No voy a negar la exigencia y esfuerzo que se necesitan, sobre todo, al principio de la vida espiritual. En las siete moradas, el Señor va abriendo camino y nos llama de diferentes maneras. Respondemos colaborando lo que podemos. En todas las moradas hay una llamada, y una respuesta o colaboración nuestra, ayudados por el Espíritu Santo. Salvo gracia especial de Dios, la vida espiritual parte de esa llamada y exige una respuesta. De ahí nace la moral cristiana.
Ahora bien no se da del mismo modo en las siete moradas. En las tres primeras nuestra colaboración con la gracia debe ser enorme. No es fácil cambiar costumbres arraigadas que tenemos, por el estilo de vida propuesto por Jesucristo. El viajero de Dios, o siervo del amor, como le llama Teresa convierte una parte importante de sus energías en cultivarse a sí mismo a imagen de Jesucristo. Una vez que entramos en la vida desde el Amor de Dios a partir de las cuartas moradas, una parte importante del esfuerzo humano lo va poniendo el Espíritu Santo. Es decir, las virtudes aprendidas en las tres primeras moradas se ve reforzada por el Amor de Dios a través del Espíritu Santo; el sentirnos amados por Él aumenta la intensidad de las virtudes sin ningún esfuerzo por nuestra parte.
En muchas ocasiones la entrada en el mundo de los “efectos” aparecerá en el título del capítulo. Por ejemplo, en las cuartas moradas, leemos: “Dice sus efectos y los que quedan de la pasada que trató, de los gustos que da el Señor”. A continuación el comienzo del capítulo asegura: “Los efectos de esta oración son muchos, algunos diré, y primero otra manera de oración… (M 4.3.1). Al explicar la oración de recogimiento sobrenatural hay que desplazarse hasta el número 9 del capitulo tercero para dar con ellos.
Los presento en lista:
1.- “Por tratar de la oración de recogimiento, dejé los efectos o señales que tienen las almas a quien Dios nuestro Señor da esta oración. Así como se entiende claro un dilatamiento o ensanchamiento en el alma, a manera de como si el agua que mana de una fuente no tuviese corriente, sino que la misma fuente estuviese labrada de una cosa que mientras más agua manase más grande se hiciese el edificio, así parece en esta oración, y otras muchas maravillas que hace Dios en el alma, que la habilita y va disponiendo para que quepa todo en ella” (M 4.3.9).
2.- “Así esta suavidad y ensanchamiento interior se ve en el que le queda para no estar tan atada como antes en las cosas del servicio de Dios, sino con mucha más anchura“.
Comienzan a surgir deseos de ayudar a Dios, y si antes se veía poca cosa o atada a otros quehaceres, cada vez se ve más libre. El entrar dentro del Castillo no nos encierra, al contrario, nos catapulta a la acción en lo que podamos. No es un acto voluntarista, es el fruto de sabernos amados por Dios. Esa es la gran diferencia. La acción nace de un amor auténtico recibido que va intrínsecamente unido al amor a los demás.
3.- “Así en no se apretar con el temor del infierno, porque aunque le queda mayor de no ofender a Dios, el servil piérdese aquí: queda con gran confianza que le ha de gozar”.
4.- El que solía tener, para hacer penitencia, de perder la salud, ya le parece que todo lo podrá en Dios; tiene más deseos de hacerla que hasta allí.
5.- “El temor que solía tener a los trabajos, ya va más templado; porque está más viva la fe y entiende que, si los pasa por Dios, Su Majestad le dará gracia para que los sufra con paciencia, y aun algunas veces los desea, porque queda también una gran voluntad de hacer algo por Dios”.
6.- “Como va más conociendo su grandeza, tiénese ya por más miserable; como ha probado ya los gustos de Dios, ve que es una basura los del mundo, vase poco a poco apartando de ellos y es más señora de sí para hacerlo“.
7.- “En fin, en todas las virtudes queda mejorada y no dejará de ir creciendo, si no torna atrás ya, a hacer ofensas de Dios, porque entonces todo se pierde, por subida que esté un alma en la cumbre. Tampoco se entiende que de una vez o dos que Dios haga esta merced a un alma, quedan todas éstas hechas si no va perseverando en recibirlas, que en esta perseverancia está todo nuestro bien”.
8.- En Camino de Perfección 31.11 nos explica otra consecuencia práctica: “Porque hecha Dios esta merced, descuidarnos hemos de las cosas del mundo; porque llegando el Señor de él, todo lo echa fuera. No digo que todos los que la tuvieren, por fuerza estén desasidos del todo del mundo; al menos querría que entiendan lo que les falta y se humillen y procuren irse desasiendo del todo, porque si no, quedarse ha aquí. Y alma a quien Dios le da tales prendas es señal que la quiere para mucho: si no es por su culpa, irá muy adelante. Mas si ve que poniéndola el reino del cielo en su casa se torna a la tierra, no sólo no la mostrará los secretos que hay en su reino, mas serán pocas veces las que le haga este favor, y breve espacio”.
9.- “Esto no hagáis, hermanas, sino estad sobre aviso cuando el Señor os hiciere esta merced. Mirad que perdéis un gran tesoro y que hacéis mucho más con una palabra de cuando en cuando del Paternóster, que con decirle muchas veces aprisa. Está muy junto a quien pedís, no os dejará de oír. Y creed que aquí es el verdadero alabar y santificar de su nombre, porque ya, como cosa de su casa, glorificáis al Señor y alabáisle con más afección y deseo, y parece no podéis dejarle de servir” (C 31.13).
10.- Y la que va a ser el fundamento de la moral: “Porque me he alargado mucho en decir esto en otras partes, no lo diré aquí. Sólo quiero que estéis advertidas que, para aprovechar mucho en este camino y subir a las moradas que deseamos, no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho; y así lo que más os despertare a amar, eso haced. Quizá no sabemos qué es amar, y no me espantaré mucho; porque no está en el mayor gusto, sino en la mayor determinación de desear contentar en todo a Dios y procurar, en cuanto pudiéremos, no le ofender, y rogarle que vaya siempre adelante la honra y gloria de su Hijo y el aumento de la Iglesia Católica. Estas son las señales del amor, y no penséis que está la cosa en no pensar otra cosa, y que si os divertís un poco va todo perdido“.
11.- Por último, añado por su interés una mención del libro de la Vida: “gran fundamento es, para librarse de los ardides y gustos que da el demonio, el comenzar con determinación de llevar camino de cruz desde el principio y no los desear, pues el mismo Señor mostró ese camino de perfección diciendo: Toma tu cruz y sígueme. El es nuestro dechado; no hay que temer quien por sólo contentarle siguiere sus consejos.
En el aprovechamiento que vieren en sí entenderán que no es demonio; que, aunque tornen a caer, queda una señal de que estuvo allí el Señor, que es levantarse presto, y éstas que ahora diré: -cuando es espíritu de Dios, no es menester andar rastreando cosas para sacar humildad y confusión, porque el mismo Señor la da de manera bien diferente de la que nosotros podemos ganar con nuestras consideracioncillas, que no son nada en comparación de una verdadera humildad con luz que enseña aquí el Señor, que hace una confusión que hace deshacer. Esto es cosa muy conocida, el conocimiento que da Dios para que conozcamos que ningún bien tenemos de nosotros, y mientras mayores mercedes, más.
-Pone un gran deseo de ir adelante en la oración y no la dejar por ninguna cosa de trabajo que le pudiese suceder.
-A todo se ofrece.
-Una seguridad, con humildad y temor, de que ha de salvarse.
-Echa luego el temor servil del alma y pónele el fiel temor muy más crecido.
–Ve que se le comienza un amor con Dios muy sin interés suyo. -Desea ratos de soledad para gozar más de aquel bien.
Un fuerte abrazo a todos, lleno de esperanza. Antonio
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