
Pasar de la oración vocal a la oración mental se puede hacer de diferentes maneras. Una muy socorrida y practicada por santa Teresa era la contemplación de la naturaleza, también querida por san Juan de la Cruz y otros espirituales. La costumbre venía de lejos, de la filosofía griega. Ellos partían de las cosas creadas para llegar a comunicarse con los dioses.
En una lucha que duró más de 20 años después de su “resurrección”, es decir, de la grave enfermedad que padeció en su juventud, la naturaleza le fue de gran ayuda: “Aprovechábame a mí también ver campo o agua, flores. En estas cosas hallaba yo memoria del Criador, digo que me despertaban y recogían y servían de libro” (Vida 9.5). Jesús la llamaba a un trato de amistad, y ella se metía de “pasatiempo en pasatiempo, de vanidad en vanidad, de ocasión en ocasión“ ((Vida 7.1). Llegó a estar un año y medio sin oración ((Vida 7.11). Y cuando la tenia las distracciones eran continuas: “pasaba gran trabajo, porque no andaba el espíritu señor sino esclavo; y así no me podía encerrar dentro de mí (que era todo el modo de proceder que llevaba en la oración) sin encerrar conmigo mil vanidades” (Vida 7.17). La oración contemplando la naturaleza será de gran ayuda en esa etapa de su vida, junto a otras que iremos viendo.
Los teólogos espirituales contemporáneos opinan que ese punto de partida para la oración no es bíblico. Ven más adecuado partir de la historia y las personas, en especial de los más desfavorecidos, tal y como explican las lecturas de la Palabra de Dios propuestas para hoy mismo. Sin embargo, la realidad se impone una vez más, y ante la vuelta al silencio de los tiempos actuales por el exceso de ruido que soportamos, me han contado quienes lo han vivido, que se organizan caminatas en silencio por bellos paisajes. En grupos y sin hablar.
En conclusión, la lucha por pasar de la primera a la segunda morada es muy dura; y cualquier cosa que nos ayude a llegar cuanto antes a la oración de meditación con la Palabra de Dios debe ser bienvenida.
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