
(Me dicen que el Cristo fue esculpido en la pared por un preso del campo de concentración de Auschwitz).
El comentario de hoy desea destacar la importancia de la Cruz de Cristo desde la mirada de las víctimas, apoyado en la nueva filosofía europea nacida después de Auschwitz.
Después de las revoluciones democráticas, y liberados de la tutela de la Iglesia, una parte influyente de la filosofía (Hegel), creía que el mundo había encontrado la senda del progreso indefinido; sabían que tendría un costo en vidas humanas, pero las consideraban daños colaterales del progreso, “pequeñas florecillas caídas en los bordes del camino triunfante de la historia”.
Algunos pensadores tuvieron la valentía y perspicacia de descubrir la trampa antes de las grandes catástrofes del siglo XX. Kafka, Franz Rosenzweig, y muy pocos más, anunciaron la tragedia. El comunista Walter Benjamin les llamó los “avisadores del fuego”. Descubrieron el gran fallo de la filosofía idealista, cuando rompía todos los espejos en que contemplarnos. Todos menos uno, convirtiendo una idea en la esencia de la existencia: podía ser la idea de nación, raza, lucha de clases, etc. Denunciaron que la filosofía idealista era una “ideología de guerra”, que la persona era considerada un objeto de usar y tirar. En lugar de un triunfo la filosofía idealista había sido cómplice. Visto lo sucedido después, los avisadores del fuego se quedaron cortos.
Tras los totalitarismos y fascismos la filosofía debía empezar de cero. Detrás del progreso apareció la ruina y las florecillas abandonadas al borde del camino se contaban por millones. Eligieron como símbolo Auschwitz. El punto de partida y de llegada de esa nueva filosofía serán las víctimas. De un lugar marginal debían pasar a ocupar el centro de la reflexión filosófica.
Asumir esta forma de pensar nos hace a los cristianos mirar la cruz de Cristo de otra manera. El Crucificado es la Víctima por excelencia. En la meditación de la cruz de Jesús descubrimos nuestro dolor y aprendemos a mirar al sufrimiento ajeno y a ser solidarios. La Cruz es un acto de Amor de Dios donde encontramos la fuerza para defender a las víctimas del mundo. “Ayudar al Crucificado”, grito final de Teresa, significa bajar de la cruz a los crucificados del mundo y pasar de la cruz a la Resurrección. Nosotros y ellos. Esa es nuestra única “arma” de liberación.
(He copiado algunas ideas de una ponencia magnífica del filósofo español Reyes Mate: “Auschwitz, acontecimiento fundante del pensar en Europa, (o ¿puede Europa pensar de espaldas a Auschwitz?). Año 2003. Además de sus libros, también sigo la lectura antropológica de la cruz de Jesús de René Girard. Muy pocos teólogos siguen esa línea de pensamiento; gracias al discípulo de Rahner (uno de los mejores teólogos del siglo XX, aunque no escribió una línea sobre las víctimas) J. B. Metz, contamos con una profunda reflexión acerca del papel de las víctimas en el cristianismo actual. La teología de la liberación en sus mejores versiones también parte de ellos.
(Continuará)
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