Continuamos con el post anterior (sería conveniente leer los dos seguidos), buscando otros textos capaces de ayudarnos a descubrir el significado de Moradas 6.10
2.- Otro textos paralelos en Vida
En otro lugar expliqué mi hipótesis sobre el autógrafo de Vida. En resumidas cuentas, el libro se escribió dos veces, como dije, la primera perdida. Le aconsejaron dar un giro radical al escrito, pasando de relatar su vida de pecadora a otra donde aparecieran las misericordias que Dios había hecho en ella. Algo deja entrever al comenzar el capítulo 37: “De mal se me hace decir más de las mercedes que me ha hecho el Señor de las dichas, y aún son demasiadas para que se crea haberlas hecho a persona tan ruin; mas por obedecer al Señor, que me lo ha mandado, y a vuestras mercedes, diré algunas cosas para gloria suya”. Junto al dominico García de Toledo a quien va dedicado el escrito, algunos de sus amigos se habían unido a la aventura, “vuestras mercedes”. En mi interpretación, la segunda redacción se escribió teniendo presente la primera, en una ocasión la sorprendí copiando unas palabras al acabar un folio y las mismas al comenzar el folio siguiente.
Digo que la primera redacción terminaba con el capítulo 36, la fundación del primer monasterio de San José de Ávila, máximo fruto de sus años de contemplación, en una búsqueda incesante por ayudar a su esposo, con quien estaba desposada. Los últimos cuatro capítulos -según mi teoría- nos cuentan esos viajes al cielo. Son una especie de pequeña escatología teresiana, o una sucesión de gracias recibidas viendo la vida desde el cielo. Tenía 50 años. Se nota en ellas un alma volcada en Dios, con una imaginación prodigiosa innata en su personalidad, llena de realismo, acompañada de una teología clásica, de cielo arriba, tierra abajo, infierno en lo profundo, y cerca del cielo el purgatorio adonde van a parar por un tiempo la mayoría de los resucitados.
Posiblemente se trataba de notas sueltas (muchas comienzan diciendo “estando un día en…”), una especie de diario (Relaciones), escritas para aclararse ella misma o para compartirla con su grupo de amigos más cercanos y su confesor. El inicio del capítulo 38 nos dice que estaba “metida en el cielo”, muy similar a “tenga esta alma alguna noticia de lo que pasa en el cielo”. de V 27.10. Allí mismo, metida en el cielo, destaca la que entra en el ser de Dios (por visión intelectual sin ninguna imagen) y va a ser objeto exclusivo de M 6.10:
“Estando una vez en oración, se me representó muy en breve (sin ver cosa formada, mas fue una representación con toda claridad), cómo se ven en Dios todas las cosas y cómo las tiene todas en Sí. Saber escribir esto, yo no lo sé, mas quedó muy imprimido en mi alma, y es una de las grandes mercedes que el Señor me ha hecho y de las que más me han hecho confundir y avergonzar, acordándome de los pecados que he hecho” (V 40.9).
Dos imágenes aparecen de Dios en el número siguiente, “diamante“, “espejo“, similares a las del alma en V 40.5. Volvemos a insistir en el parecido lenguaje utilizado para describir el ser de Dios y el del hombre. Se trata de la Divinidad, el Dios Uno, no está hablando de Jesucristo ni de la Trinidad. Dios “ve” y encierra en sí mismo todo:
“Digamos ser la Divinidad como un muy claro diamante, muy mayor que todo el mundo, o espejo, a manera de lo que dije del alma en estotra visión (se refiere a V 40.5), salvo que es por tan más subida manera, que yo no lo sabré encarecer; y que todo lo que hacemos se ve en ese diamante, siendo de manera que él encierra todo en sí, porque no hay nada que salga fuera de esta grandeza. Cosa espantosa me fue en tan breve espacio ver tantas cosas juntas aquí en este claro diamante, y lastimosísima, cada vez que se me acuerda, ver que cosas tan feas se representaban en aquella limpieza de claridad, como eran mis pecados. Y es así que, cuando se me acuerda, yo no sé cómo lo puedo llevar, y así quedé entonces tan avergonzada, que no sabía, me parece, adónde me meter”.
Sin que forme parte directa de este comentario, no puedo dejar de copiar la visión que tiene de ella misma cuando se mira desde el cielo. En el fondo no deja de ser una crítica feroz a la Iglesia, a la sociedad de su tiempo, y una defensa de la condición femenina:
“Vime estando en oración en un gran campo a solas. En rededor de mí mucha gente de diferentes maneras que me tenían rodeada. Todas me parece tenían armas en las manos para ofenderme: unas, lanzas; otras, espadas; otras, dagas y otras, estoques muy largos. En fin, yo no podía salir por ninguna parte sin que me pusiese a peligro de muerte, y sola, sin persona que hallase de mi parte. Estando mi espíritu en esta aflicción, que no sabía qué me hacer, alcé los ojos al cielo, y vi a Cristo, no en el cielo, sino bien alto de mí en el aire, que tendía la mano hacia mí, y desde allí me favorecía de manera que yo no temía toda la otra gente, ni ellos, aunque querían, me podían hacer daño” (V 39.17).
Sola ante el mundo, la gente se convierte en adversario que amenaza su vida. No solo gente de fuera de la Iglesia, sino gente bien cercana de dentro, “conocí ser aquella visión un retrato del mundo, que cuanto hay en él parece tiene armas para ofender a la triste alma (…) mas amigos, parientes y, lo que más me espanta, personas muy buenas, de todo me vi después tan apretada, pensando ellos que hacían bien, que yo no sabía cómo me defender ni qué hacer“ (V 39.18). Jesucristo resucitado viene desde el cielo en su ayuda, entre el cielo y la tierra, le tiende la mano (ofrecerle la mano “el buen Jesús” será una constante en su vida) y pasan sus temores. Teresa tuvo suerte, a Cristo lo mataron “personas muy buenas”.
3.- Un texto esclarecedor en Relaciones
Entre las confidencias conservadas hay una datada según los expertos en 1571, es decir un año antes de celebrar el matrimonio espiritual. Coincide con la época del descubrimiento por experiencia de la Trinidad, un aluvión de gracias que pasarán en resumen al primer capítulo de las séptimas moradas. En una de ellas escucha:“También entendí: «No trabajes tú de tenerme a Mí encerrado en ti, sino de encerrarte tú en Mí». Parecíame que de dentro de mi alma – que estaban y vía yo estas tres Personas- se comunicaban a todo lo criado, no haciendo falta ni faltando de estar conmigo” (R 18).
No tengo la más mínima duda de su autenticidad, Teresa no pone por escrito las palabras escuchadas en su interior sin haberlas guardado literalmente durante bastante tiempo en su memoria. Si tiene alguna duda, o no han quedado conservadas durante tiempo, nunca las escribiría así. Lo dice ella. Por el contrario, tengo muchas dudas de no haber tenido años antes las mismas u otras similares aunque no estén recogidas en sus escritos. No se entendería su anhelo por volar al cielo una vez aceptado el amor incondicional de Dios (cf. M 6.4 y 5), ni tampoco se entendería su concepción del amor humano y divino.
4.- El origen del intercambio amoroso: La fórmula de la Alianza
Desde el comienzo del itinerario espiritual nos hemos acostumbrado a buscar a Dios en nuestro interior. De repente, en las sextas moradas, descubrimos con asombro la invitación a salir de nosotros mismos y volar al cielo donde Dios también habita. ¿De dónde viene la invitación a adentrarnos en las entrañas del mismo Dios? La respuesta solo podemos encontrarla en la concepción del amor dentro de la Biblia.
El amor en la Biblia es una danza permanente entre un yo y un tú. Dos distintos se unen en la diferencia volando del uno al otro. Como sucede con la danza de apareamiento de los cisnes, los cuellos de dos se van juntando y separando hasta unirse formando el cuello de ambos un solo corazón. Nunca dejan de ser dos. No hay simbiosis, nunca desaparece la identidad de cada uno. Sin embargo, se produce la unidad en la danza de un dar y recibir continuado. En plena libertad, en plena entrega, en plena recepción.
La Biblia en su conjunto es una gran historia de amor entre Dios y el hombre. La fórmula de la alianza concreta la forma de amor. Se presenta de dos maneras: la Promesa que Dios hace a Abrahám y el Pacto realizado por Moisés. El texto escrito considerado más antiguo es del profeta Oséas y se remonta a finales del siglo VIII a.C., comparando la Alianza con la unión de un hombre y una mujer: “voy a seducirla llevándomela al desierto y hablándole al corazón (…). Aquel día me llamarás Esposo mío y ya no me llamarás Idolo mío (…). Me casaré contigo a precio de justicia y derecho, de afecto y de cariño. Me casaré contigo a precio de fidelidad y conocerás al Señor”. Un siglo y medio más tarde vuelve Jeremías en un contexto análogo de infidelidad amorosa y sentencia la fórmula de la Alianza: “Obedecedme y haced lo que os mando; así seréis mi pueblo yo seré vuestro Dios” (Jr 11,4). Ezequiel no es ajeno a la tradición: “Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres; vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios” (Ez 36,28). Probablemente la fórmula de la Alianza se inspira en el contrato matrimonial vigente en aquella época en Oriente Medio.
Otra fuente de inspiración se encuentra en la unión política por vasallaje, en el momento de establecer relaciones entre estados, o en las relaciones de los soberanos con los súbditos. Está presente en el libro del Deuteronomio y en toda su corriente de pensamiento. El Pueblo de Israel vive ligado a Yahvé en una relación exclusiva. Su existencia y futuro depende de la fidelidad al Pacto. El exilio a Babilonia será interpretado como resultado de la infidelidad del Pueblo y los profetas propondrán una nueva Alianza, basada en el perdón, la de alguien que cambie nuestro corazón de piedra por uno de carne.
A lo largo del Antiguo Testamento son muchas las referencias a la fórmula de la Alianza, imposibles de contar aquí. Debo destacar tres para terminar este breve recorrido: La hecha a David, la del Cantar de los Cantares y la del evangelio de Juan. “Yo seré para él un padre , y él será para mí un hijo“ ( 2 Sam 7, 14); “Yo soy de mi amado, mi amado es mío, el pastor de azucenas” (Ct 6,3); “Que todos sean uno, como tú Padre estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste (…) Yo en ellos y y tú en mí, para que sean plenamente uno” (Juan 17, 21.23).
Santa Teresa va a hacer de la fórmula de la Alianza la esencia de su teología y en concreto de su forma de entender a Cristo. De ahí que me parezca muy importante destacar la primera vez que descubre en un habla recibida de Dios el cumplimiento de la Alianza en su vida: “Ya eres mía y yo soy tuyo” (V 39.21). Detrás hay años de búsqueda, de petición, de equivocaciones, de crisis. Justo antes de terminar el libro con el añadido de los últimos capítulos recibe ese don. El resto de su vida no hará otra cosa que ir concretando en diferente modalidades la misma fórmula de la Alianza.
Nosotros, sin haberlo recibido, podemos aspirar a él renunciando a todo lo creado, no siendo esclavos de nada ni de nadie, aprendiendo a volar si nos hemos dejándo amar gratuitamente. Podemos volar desde su Amor, conocer otros mundos, el de Dios, viendo la vida desde la altura del águila, o mejor dicho volando hacia el cielo bajo las alas del Águila que es Cristo. Él está en nuestro interior y desde ahí volaremos hacía el cielo, hacia él. En el vuelo aprenderemos a sumergirnos en la vida de Dios y de los bienaventurados. Veremos la vida con otros ojos, los de Dios, tomaremos distancia de las pequeñeces del mundo, aspiraremos a ser libres, a tener espíritu crítico, a denunciar las injusticias, a ser críticos e insumisos; porque solo en las periferias de la vida descubriremos la nueva cultura que el mundo necesita. Solo Dios sabe la intensidad de nuestro vuelo y sus consecuencias. Confíemos.
5.- La oración de contemplación y el Concilio Vaticano II
El Vaticano II es el último concilio ecuménico realizado en la Iglesia católica. La revelación de Dios terminó con la muerte del último apóstol. Toda ella constituye el depósito de la fe. Gracias a la tradición la revelación va progresando, aplicándola a los tiempos, sacando con la ayuda del Espíritu Santo nuevas formas de hacer accesible al Pueblo de Dios la verdad revelada. El último Concilio debe ser, y es, la última fuente de interpretación para el tiempo actual.
Lo sorprendente es la forma que tiene de presentar la oración de “meditación”, la “contemplación” y la “percepción íntima” de las cosas espirituales. En primer lugar, es el conjunto del Pueblo de Dios el que por la contemplación y la percepción íntima va descubriendo y haciendo progresar con la ayuda del Espíritu Santo la verdad revelada. En segundo lugar, y sin negarle la importancia, encontramos el papel que juega el episcopado por haber recibido “el carisma cierto de la verdad”. Pero en segundo lugar. Es decir, todos aquellos que intentáis vivir una vida espiritual estáis colaborando de manera misteriosa en el “progreso” y la comprensión de la verdad revelada. La contemplación, la meditación y la percepción íntima de la verdad revelada no es un tiempo inútil. Nos beneficia a nosotros y a toda la Iglesia.
“Así, pues, la predicación apostólica, que está expuesta de un modo especial en los libros inspirados, debía conservarse hasta el fin de los tiempos por una sucesión continua. De ahí que los Apóstoles, comunicando lo que de ellos mismos han recibido, amonestan a los fieles que conserven las tradiciones que han aprendido o de palabra o por escrito, y que sigan combatiendo por la fe que se les ha dado una vez para siempre. Ahora bien, lo que enseñaron los Apóstoles encierra todo lo necesario para que el Pueblo de Dios viva santamente y aumente su fe, y de esta forma la Iglesia, en su doctrina, en su vida y en su culto perpetúa y transmite a todas las generaciones todo lo que ella es, todo lo que cree.
Esta Tradición, que deriva de los Apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo: puesto que va creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las meditan en su corazón y, ya por la percepción íntima que experimentan de las cosas espirituales, ya por el anuncio de aquellos que con la sucesión del episcopado recibieron el carisma cierto de la verdad. Es decir, la Iglesia, en el decurso de los siglos, tiende constantemente a la plenitud de la verdad divina, hasta que en ella se cumplan las palabras de Dios” (D.V. 8).
(Continuará)
(Foto Pixabay. Música, El vuelo de la alondra, Hilary Hahn – V. Williams “The Lark Ascending”. He seguido a Paolo Sacchi; y André Wénin para las cuestiones teológicas en Temi Teologici della Bibblia, 2010)
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