(En mitad de la foto del manuscrito se lee con facilidad, espiritu santo. Está en M 5.2.2. Teresa escribe con todas las letras la tercera persona de la Trinidad en todos los textos anteriores. A partir del moradas sextas lo hará con la abreviatura: ssto)
Los paralelos al Castillo son: V 18-19; R 5.6 y 29; C 32; CAD 3-7 (Conceptos del amor de Dios, o Meditaciónes al Cantar de los Cantares); F 5.17 (= Fundaciones).
La unión regalada en el Castillo.
En una visión general de las quintas, la unión regalada se explica en el capítulo primero. El capítulo segundo cuenta el símbolo del gusano de seda, una unión sobrenatural que consiste en la entrega del yo, su muerte simbólica, o muerte sabrosa, como le llamará Teresa. El capítulo tercero explica la unión no regalada; y el cuarto introduce en el matrimonio espiritual.
Entremos en el capítulo 1 de las quintas. Tanto el título, como la continuación en el número 1 nos introducen en tesoros y deleites de la unión con Dios. Es decir, comienza la fiesta en la vida espiritual. El tesoro se refiere al texto evangélico de Mt 13,44, que, en la interpretación teresiana, coincide con el de la vida. El sentido de una vida plena se alcanza cuando se convierte en una donación de nosotros mismos a los demás y a Dios.
Y para eso hay que renacer, saliendo del egoísmo y el narcisismo a una entrega total, amando a Dios y a los demás con perfección. Ese cambio profundo lo hacemos en las quintas de la mano de Jesús y del Espíritu Santo. Se trata de una conversión adulta.
Tras la introducción, en el número dos se nos advierte que no todos están llamados a esta forma de contemplación, aunque la mayoría de los cristianos entre en las quintas moradas. Los llamados son buscadores de un tesoro, a través de la soledad; han superado los cantos de sirena que ofrece el mundo -con tanto deprecio del mundo- y encuentran, esta preciosa margarita de la que hablamos. Leemos la frase:
“en tan gran soledad y con tanto desprecio del mundo buscaban este tesoro, esta preciosa margarita de que hablamos, pocas nos disponemos para que nos la descubra el Señor”.
Llama la atención la palabra “margarita“. No aparece ni en el Castillo, ni en ningún otro escrito de santa Teresa. En mi opinión, se debe a la influencia de Francisco de Osuna en el Tercer Abecedario, libro donde aprendió la oración de recogimiento. Me atrevo a afirma que al comenzar a escribir las quintas tenía delante el capítulo VI del Tratado 16, (pp. 470-471 en la edición de Melquíades Andrés, publicado por la BAC en 1972). Su influencia es evidente:
“Poca cosa es a los que quieren ser perfectos sacar de las cosas ya dichas el amor, pues que no alcanzarán la cumbre de la perfección hasta que saquen el amor de las mismas virtudes que obran y lo pongan en Dios para que vivan en solo amor, como la palomita que sale del gusano de la seda al fin de su obra, la cual se mantiene de solo amor, no se curando de otra cosa alguna (…). Estas cosas que hemos dicho quiso sentir el bienaventurado San Jerónimo cuando sobre Ezequiel dice (Ez 28,13), hablando de las piedras preciosas con que estaba adornado el rey de Tiro, que, según la glosa ordinaria, son virtudes entendidas en espíritu, de las cuales dice este doctor: Aquéstas son las margaritas de los profetas y de los apóstoles, que todas se venden para que se compre la preciosa margarita que tiene siete ojos; esto es, las siete gracias del Espíritu Santo”.
Si comparamos a Osuna con Teresa encontramos muchos parecidos: El uso de los mismos símbolos, palomita, gusano de seda, amor y margarita. Para Osuna las joyas que describe Ezequiel 28.13 se resumen en una, la margarita. En ambos el tesoro a buscar cavando es el mismo del evangelio; hay que vender todo y entregarlo para alcanzar el tesoro. En san Jerónimo el tesoro son muchas cosas: la Escritura, el reino de Dios, el Espíritu Santo. Para Osuna el Espíritu Santo ocupa el puesto principal. Luego para él, la margarita es el símbolo del Espíritu Santo. No se trata de una flor, sino de una joya de siete hojas que contiene los dones del Espíritu Santo. Entre ambos hay una diferencia importante. Para Osuna el amor nace de las virtudes convertidas en amor. Para Teresa las virtudes son muy importantes, han de estar muy crecidas para llegar a la unión regalada, sin embargo, para ella el amor nace siempre desde la voluntad entregada, la rendición y muerte del yo viejo.
Teresa no volverá nunca más sobre este símbolo, y Osuna lo hará en una segunda ocasión en el quinto Abecedario (Tratado 1, capítulo V): “Semejante es el reino de Dios al hombre negociador que busca buenas margaritas”.
El simbolismo culmina al final del capítulo bajando a la bodega del buen vino del Cantar de los Cantares.
“dice la Esposa en los Cantares: Llevóme el rey a la bodega del vino, o metiome, creo que dice. Y no dice que ella se fue. Y dice también que andaba buscando a su Amado por una parte y por otra. Esta entiendo yo es la bodega adonde nos quiere meter el Señor cuando quiere y como quiere; mas por diligencias que nosotros hagamos, no podemos entrar. Su Majestad nos ha de meter y entrar El en el centro de nuestra alma y, para mostrar sus maravillas mejor, no quiere que tengamos en ésta más parte de la voluntad que del todo se le ha rendido, ni que se le abra la puerta de las potencias y sentidos, que todos están dormidos; sino entrar en el centro del alma sin ninguna, como entró a sus discípulos cuando dijo: Pax vobis, y salió del sepulcro sin levantar la piedra” (M 5.1.12).
La unión transformante sucede en el fondo del alma, en su centro. Allí sucede todo. El tesoro es la margarita, que a su vez es el Espíritu Santo con sus siete dones. El alma está en Dios y Dios en ella. Muere al entregarse y en ese mismo instante comienza la transformación-resurrección del hombre. Muerte y resurrección forman parte de la misma sinfonía. Van unidos.
En conclusión: somos buscadores de un tesoro, hemos de vender todo para encontrarlo, es decir, entregar todo lo que somos a Dios. La margarita simboliza el tesoro encontrado, el Espíritu Santo con sus siete dones. No es una flor, es una joya. La margarita es el símbolo del Espíritu Santo, es el contenido del tesoro. En la bodega del buen vino va a cambiar nuestra vida.

La unión regalada en Vida
Señalo lo más importante. En el capítulo 17 hemos encontrado dos formas de unión de menos intensidad a las de las quintas moradas. En la primera, V 17.3, el alma se une con Dios y las potencias quedan libres. La voluntad está unida, atada y gozando, el resto de las potencias, memoria y entendimiento siguen en libertad a su aire. Una segunda forma, en V 17.5, que tampoco es entera unión, donde la voluntad y el entendimiento permanecen amando sin que el entendimiento sea capaz de entender lo que sucede. Lo vimos en las moradas cuartas.
A partir del capítulo 18, con la cuarta forma de regar el huerto, con lluvia caída del cielo, comienza la verdadera unión, equivalente al de moradas quintas. Nos va a suceder lo mismo que con la oración de quietud, al escribir Vida 18-21 sigue la tradición recibida y junta las experiencias de las quintas y las sextas del Castillo. Vida 18-19 coinciden con las quintas, 20-21 con las sextas. Las tres potencias y los sentidos quedan engolfadas, suspendidas, absortas, es decir, unidas y fijas en Dios-Amor.
En aquel tiempo todo le sería gran embarazo y tormento y estorbo de su descanso; y digo que si es unión de todas las potencias, que, aunque quiera -estando en ello digo- no puede, y si puede, ya no es unión” (V 18.1).
Le interesa, no el vocabulario teológico utilizado por sus maestros, sino lo que yo pretendo declarar es qué siente el alma cuando está en esta divina unión (V 18.2). La unión significa, dos cosas divisas se hacen una, en una comunicación amorosa intensa y breve. Ahora bien, esa unión es momentánea, lo unido se puede separar, será en las sextas cuando la unión se haga duradera y en las séptimas prácticamente siempre. A partir del número 6 del mismo capítulo comienza a explicar las diversas modalidades de esa unión que, en el Castillo, pasarán a formar parte de las sextas, levantamiento de espíritu, juntamiento con el amor celestial, unión de levantamiento, vuelo de espíritu, arrobamientos, etc. Son regalos, agua que viene del cielo (V 18.9).
Por lo general, la unión pasajera con regalo vendrá después de mucho tiempo de llevar practicando una vida espiritual, aunque nunca se puede saber con seguridad, porque los caminos de Dios no son los nuestros, y ella sabe, porque lo ha visto, a gente muy joven vivir estas cosas tan subidas:
“Esta del cielo viene muchas veces cuando más descuidado está el hortelano. Verdad es que a los principios casi siempre es después de larga oración mental, que de un grado en otro viene el Señor a tomar esta avecita y ponerla en el nido para que descanse. Como la ha visto volar mucho rato, procurando con el entendimiento y voluntad y con todas sus fuerzas buscar a Dios y contentarle, quiérela dar el premio aun en esta vida. ¡Y qué gran premio!, que basta un momento para quedar pagados todos los trabajos que en ella puede haber” (V 18.9).
Como sucede con el amor humano, la unión es un proceso, necesita tiempo y repetición: “a los principios pasa en tan breve tiempo (…) a mi parecer por largo que sea el espacio de estar el alma en esta suspensión de todas las potencias, es bien breve: cuando estuviese media hora, es muy mucho; yo nunca, a mi parecer, estuve tanto. Verdad es que se puede mal sentir lo que se está, pues no se siente; mas digo que de una vez es muy poco espacio sin tornar alguna potencia en sí. La voluntad es la que mantiene la tela, mas las otras dos potencias presto tornan a importunar. Como la voluntad está queda, tórnalas a suspender y están otro poco y tornan a vivir” (V 18.12).
El capítulo 19 nos contará los “efectos” de la oración de unión. Algo puede impedirnos dar el paso definitivo a la conversión, nuestras mismas limitaciones. Le sucedió lo siguiente, “mas esperaba a estar muy limpia de pecados. ¡Oh, qué mal encaminada iba en esta esperanza!”, dirá en V 19.11. Poco antes lo había definido de otra forma: “¡Qué disparate huir de la luz para andar siempre tropezando! ¡Qué humildad tan soberbia inventaba en mí el demonio: apartarme de estar arrimada a la columna y báculo que me ha de sustentar para no dar tan gran caída! ” (V 19.10).
En Relaciones
“Cuando es unión de todas las potencias, es muy diferente, porque ninguna cosa puede obrar; porque el entendimiento está como espantado; la voluntad ama más que entiende, mas ni entiende si ama, ni qué hace, de manera que lo pueda decir; la memoria, a mi parecer, que no hay ninguna, ni pensamiento, ni aun por entonces son los sentidos despiertos, sino como quien los perdió para más emplear el alma en lo que goza, a mi parecer, que por aquel breve espacio se pierden. Pasa presto. En la riqueza que queda en el alma de humildad y otras virtudes y deseos, se entiende el gran bien que le vino de aquella merced; mas no se puede decir lo que es, porque aunque el alma se da a entender, no sabe cómo lo entiende, ni decirlo. A mi parecer, si ésta es verdadera, es la mayor merced que nuestro Señor hace en este camino espiritual, a lo menos de las grandes” (R 5.6).
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¡¡Os deseo a todos y a mí mismo que la lectura de los textos teresianos nos aumenten el deseo de colaborar con el Espíritu Santo para entregarnos del todo al Todo!!
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