En el recorrido realizado con el P. Mas, estamos ya en las cuartas Moradas. En estas moradas comienza la experiencia mutua –yo al tú y tú al yo- en las relaciones con los demás. Dejamos de ser “sordos”, “mudos”, de distraernos. Se comienza a experimentar la experiencia de Dios en nosotros. Su amor. “Caemos en la cuenta”.
En este itinerario espiritual, profundización de una relación de amor, en las primeras moradas amamos frágil y superficialmente. Se producía un desplazamiento o búsqueda de una satisfacción propia, pensando en nosotros mismos. Poca relación con el otro/Otro. Y podemos tener gestos o palabras amorosas, “cumplimientos”, pero no van a estar cargadas afectivamente igual que cuando vamos profundizando en la relación, por más que digamos lo mismo.
Como ejemplo, cuando trabajo con padres de niños pequeñitos les explico que por más que los niños digan frases muy acertadas, como por ejemplo: “hoy es viernes 21 de febrero y es invierno”, un niño de cuatro años no tiene la misma representación de esa frase que un niño de diez, o que un adulto. La experiencia de cada quien es diferente. El de cuatro casi que lo dirá de memoria sin saber qué está después o qué está antes, o qué significa dentro de su experiencia que hoy sea ese día; el de diez ya tiene otra realidad, y el adulto se ubica perfectamente en el tiempo, cuánto queda para las vacaciones, cuánto para la primavera, se proyecta en qué hará dentro de tres semanas, cosas que el niño no puede.
Con las mismas palabras pasamos de moradas, no es lo mismo el “te amo” de las terceras, que el “te amo” de las séptimas, ¿cuánto de mi pasa al otro/Otro? Y ¿cuánto acojo? , en la misma frase. Teresa confiesa “tener un poco más de luz” cuando escribe estas 4M, que cuando escribió “Vida”. Ejemplo de su propio cambio en su experiencia de Dios.
A medida que avanzamos, el amor se va calificando siendo entrega de sí al otro y acogida del otro en progresión constante, haciéndolo cada vez más gratuito. Es ahí, como ha explicado el P. Mas, que vamos casando el amor con la voluntad. Y vamos, por implicación propia, con “determinación”, interiorizando ese amor cada vez más, hasta llegar a expresarlo con nuestra vida y obras.
Importantes estas 4M bisagra entre las tres anteriores y las tres siguientes. Comenzamos a experimentar un amor entre ambos. Cuando somos egocéntricos, cuesta experimentar al otro, y aquí es cuando comenzamos esa experiencia del otro, de su amor. Tengo la experiencia de que el otro/Otro me ama y en consecuencia, me estimulo a responder. Esto es fundamental. Si no hay acogida y respuesta, no hay don. Si alguien nos hace un regalo y no lo aceptamos, no hay regalo. O si queremos ser amigos de alguien y ese no responde, no hay amistad. La persona se tiene que implicar en la relación que le están ofreciendo, comprometiéndose a amar más y de esta manera la amistad/relación va pasando al corazón.
La oración de recogimiento es la primera experiencia que el otro influyó en mí y empiezo a recogerme en ese tú/Tú que me ha impactado. Se silencia el discurso y te quedas solo en el otro/Otro, sin entrar en detalles. Al reconocer al otro/Otro, nos descentramos de nosotros mismos, y ya no solo buscamos nuestro bien, sino también el del otro/Otro. Dios nos recoge viviéndonos dentro. Nos llama con poder “para que estemos atentos a las cosas interiores”. Tenemos que estar muy atentos, y fundamentalmente muy “despiertos” en el amor.
María Noel
Itinerario Espiritual
Si te unes por primera vez a esta aventura de amor humano y divino, lee las entradas desde el principio del Blog.
No encontrarás una especie de recetario de cocina, ni un conjunto de normas.
Sí te garantizo que encontrarás una forma de vivir, en amistad con Jesucristo, de la mano de Teresa de Jesús.
Sea cual sea tu situación de partida, eres bienvenido.
Deja un Comentario