La tercera morada explica una nueva forma de vivir el evangelio más profunda que las dos anteriores. Consiste en un viaje al interior de nosotros mismos en busca del “centro”, siguiendo el modelo evangélico del joven rico. Teresa sigue el esquema de un movimiento religioso de su tiempo conocido como los “recogidos”.
Iremos en busca del tesoro de la vida encerrado en lo profundo de nuestro ser. Lo ideal es entrar en la tercera cuando ha nacido una pequeña amistad con Jesús, y frecuentamos la oración, el crecimiento de las virtudes y algo los sacramentos. Si eres un recién llegado a la vida espiritual, también puedes entrar y empezar a aplicar a tu vida lo que vayas aprendiendo, porque las moradas son diferentes formas de vivir el evangelio que gozan de una cierta autonomía.
Aprenderemos muchas cosas: seguiremos con la oración de meditación de la segunda morada, la oración vocal de la primera, practicando las virtudes y amistad con Jesucristo, etc. No anulamos lo anterior, lo incorporaremos. Alguna vez dije que es como tener tres bebés, si a uno lo queremos, a los dos primeros, también. Nos harán al comienzo un primer examen para asegurarnos de ir aplicando a la vida diaria lo aprendido con anterioridad. Por primera vez y de la mano de la sacratísima Humanidad de Cristo la oración la dirigiremos directamente a Dios Padre.
Recordad que en la oración de meditación decíamos que después de una reflexión y diálogo había que dejarse mirar por Jesús, una mirada de cariñó y ánimo. En la tercera morada vamos a aprender acallar las imágenes que circulan por nuestra mente hasta quedarnos en silencio de amor. El mismo que se tienen los amantes cuando se han dicho todo. Ese silencio lleno que nos une a la otra persona sin apenas palabras.
Al joven rico se le pide en el evangelio que renuncie a todas sus riquezas y siga a Jesús. Santa Teresa lo entiende, no en sentido económico, sino personal. Jesús quiere nuestro yo, nuestra persona. Para eso hay que decidirse, porque el amor adulto nace de la decisión, no del sentimiento. Esa decisión de la voluntad, lo más firme que podamos, no significa que en el instante lo consigamos. Necesitaremos tiempo y bastante esfuerzo.
Al bajar a la profundidad de nuestra personalidad, al centro, encontraremos dos cajitas -no se me ocurre mejor ejemplo-, en una estamos nosotros y en la de al lado el Dios uno y trino que nos habita. A la cajita de nuestro yo muy pocas personas se atreven a acercarse, tenemos miedo. Es más, la rodeados de muros para protegernos. En ella está encerrado lo mejor y lo peor de nosotros. Optamos con frecuencia por evadirnos de ella y circular por la vida con máscaras. El Señor, que nos creó y crió a su imagen y semejanza nos va a pedir que bajemos sin miedo (todavía mejor si lo hacemos acompañados de algún amigo), abramos nuestra cajita y contemplemos la belleza y cualidades con las que fuimos creados y seguimos siendo criados. Una vez que hayas descubierto lo mejor de ti, observa con cuidado tu zona oscura, encontrarás equivocaciones, defectos, miserias y pecados. No te asustes. Menos Jesús y María lo tenemos todos. Si somos conscientes son un peso muy pesado para caminar con libertad. Entrega esa zona oscura una y otra vez a Jesucristo, déjala a los pies de la cruz, pidiendo ayuda al Espíritu Santo que guardas en la cajita de al lado. Solamente los humildes son capaces de liberarse de la esclavitud de sus miserias. Seamos valientes para poder aprender a vivir como las águilas, con un ojo puesto en Dios y otro en la realidad. En mi opinión, la virtud de la humildad que Teresa nombra desde el principio, aquí adquiere todo su significado. Caminaremos por la vida sin máscaras, en la verdad, no en la mentira, el conocimiento de uno mismo que venimos practicando desde la primera morada alcanza ahora su pleno significado. Es una forma de decirle a Dios que queremos ser honrados, vivir en el amor y la justicia, que se haga cargo y nos ayude a corregir lo que podamos en esa zona tenebrosa difícil de erradicar.
(Lee las terceras moradas despacio, sin miedo. Son una maravilla)
(Sigo utilizando el árbol, uno de los grandes símbolos en la historia de las religiones, junto a la roca y la montaña. Es el árbol de la Cruz de Cristo de donde nacemos a la fe en Dios todos nosotros, las hojas, como frutos unidos en una misma raíz. en los post siguientes usaré imágenes debajo del agua indicando que la mayor parte de las cosas las llevamos puestas y solo hay que aprender a bucear. La edición de las fotos se hace con el programa Canva, muy sencillo de aprender. Se aprende muy pronto y puedes lanzarte a crear tus imágenes editadas para comunicar a otros el deseo de llevar una vida espiritual cristiana).

3 Comentarios
Bajar a la profundidad de nuestra personalidad……
Imprescindible para un nuevo comienzo. Al principio creo mejor bajar sólo, SIN MIEDO . Fijarme en lo positivo ,aumenta la autoestima y me prepara para observar la parte que menos me gusta, mis defectos de carácter. Es como ir al médico a que me digan un diagnóstico ,sólo que aquí lo analizo yo, pero sin tratamiento todavía . Compartir ( a posteriori ) ese análisis con un amigo, completa el diagnóstico. Descubrí que para mí lo más difícil era ” estar dispuesto a dejar actuar a Dios para que me ayude a superarlos o ir mejorando” Rendirse. Acudir a la cajita de al lado, donde está ÉL y pedir con humildad(diferente de humillación) me ayude a eliminar lo negativo, sabiendo que esta actitud me va hacer más fuerte.
Estrella
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Gracias Estrella, Un abrazo grande
Estrella
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