Al terminar de comentar las quintas moradas, he creído conveniente parar un momento y presentar una visión general del itinerario teresiano, pensando en el futuro de la Iglesia católica.
1.- Desde la entrada en la modernidad, y mucho más desde hace dos siglos, la secularización de las sociedades no ha hecho otra cosa que aumentar. La pandemia actual ha acelerado el proceso.
Según el parecer de muchos sociólogos las religiones estaban condenadas a muerte. Algunos, Peter Berger por ejemplo, han reconocido su error. Ha sucedido algo bien diferente, se han multiplicado las ofertas y el cristianismo compite con mil maneras de encontrar un sentido a la vida y a las últimas preguntas.
Desde el comienzo, la Iglesia en tiempos de crisis ha respondido de la misma manera: enseñar la oración de meditación y atender a las víctimas del mundo. Creo que debemos dar un paso más.
Gregorio de Nisa (siglo IV), ofreció una nueva posibilidad, comprender el cristianismo como un itinerario espiritual tomando como modelo a Moisés en su caminar por el desierto con el pueblo judío.
Desde entonces han sido muchos los santos que han desarrollado diversos itinerarios de vida cristiana, algunos avalados por siglos de experiencia, con abundantes frutos de todo tipo. Bien es verdad que, al hacerlos, pensaban en frailes y monjas, pocas veces contaban con seglares, aunque hay numerosos ejemplos de querer integrarlos en la experiencia mística.
En mi opinión, este será el fundamento del cristianismo futuro.
Nosotros seguimos el itinerario presentado por santa Teresa. Como sabemos tiene dos partes: la primera que nos hace cristianos, de la morada 1 a la 3. Y la segunda, para aquellos que quieran vivir con perfección el seguimiento de Cristo, de las cuartas a las séptimas.
Tengo la certeza de que, con perseverancia y un poco de paciencia, una vez comprendido lo esencial de cada morada, se trata de vivir las siete con la intensidad que el Espíritu Santo disponga, y nuestra colaboración sea la adecuada.
Una vez comprendido en su esencia, el itinerario funciona solo, da sentido a la vida y a la muerte y, en cualquier circunstancia de la vida, sabes la morada a la que acudir para encontrar luz y fuerza.
De manera que, sin darnos cuenta, todos aquellos que estáis intentando hacer vida las distintas moradas, sois miembros activos de una Iglesia futura que se va construyendo en silencio.
Hoy en día no es suficiente con aprender a meditar los misterios de la vida de Cristo, como hicieron nuestros antepasados, serán lo itinerarios vividos por el mayor número posible de creyentes, los que construirán con eficacia la Iglesia después de la pandemia.
2.- En segundo lugar, el pensamiento católico (la teología) debe enfrentarse a estos nuevos tiempos con valentía. A la pregunta clave sobre la encarnación de Cristo, mi respuesta es sencilla: la segunda persona de la Trinidad, Jesucristo, vino a este mundo a enseñarnos a vivir. Desde un amor incondicional de Dios al ser humano. La dignidad de la persona humana será el centro de nuestro mensaje.
Meditando los misterios de la vida de Cristo, (con la oración vocal, de meditación y de recogimiento), siguiendo las lecturas propuestas por la Iglesia, iremos descubriendo entre todos, esa forma de vivir diferente de la que nos ofrece el mundo. Entraremos sin miedo en las moradas místicas para vivir desde el amor recibido de Dios, aprendiendo diversas formas de unión.
Las conclusiones deben ser muy sencillas, para poder ofrecerlas al mayor número posible de personas. Seremos miembros receptivos y activos, ofreciendo la propuesta cristiana a quienes lo deseen.
La forma de vivir en cristiano ha de ser clara y convincente, haciendo ver que, ser cristianos, no nos convierte en gente rara; sencillamente hemos elegido una forma de vivir que merece la pena, nos ayuda a amar a los demás y a Dios, siendo felices al mismo tiempo.
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Remito a las cuatro entradas dedicadas a Jesucristo: El proyecto de vida de Jesucristo, Jesucristo el profeta, Breve presentación de Jesucristo desde el Antiguo Testamento (I), La esperanza de un desierto florecido (II)
Me ha influido mucho la lectura de santa Teresa, las obras de Charles Taylor, de Marcel Gauchet y la historia de la espiritualidad en el diccionario francés.
Aconsejo los libros de Gabino Uribarri, en particular, La mística de Jesús, Ed. Sal Terrae. Y si se quiere comprender en profundidad la encíclica del Papa Francisco sobre la santidad: Santidad misionera, en la misma editorial.
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